martes, 24 de diciembre de 2013

ZAQUEO (Lucas 19:1-10)



“El Hijo del Hombre (Jesucristo) vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). “Señor, quisiéramos ver a Jesús” (Juan 12:21).
   El que ama al Señor Jesús se maravilla de ver que él, el Hijo de Dios, quien desde la eternidad pasada estaba en la gloria del cielo, vino a la tierra a buscar y a salvar a seres perdidos. El encuentro que tuvo con Zaqueo es un hermoso ejemplo. Durante su último viaje a Jerusalén, el Señor Jesús pasó por Jericó, en el tiempo antiguo, ciudad maldita y opuesta al pueblo de Dios (Josué 6:26). Jericó simboliza para nosotros el estado del mundo y de todo hombre: separado de Dios, sufriendo las consecuencias del pecado, perdido para siempre. Jesucristo vino precisamente hacia estos hombres, los cuales nunca hubieran podido liberarse de la maldición de Dios debida a su pecado.
  El amor del Hijo de Dios es tan grande que busca a cada uno, uno por uno. Busca a todos los que, al igual que Zaqueo, desean ver y saber quién es Jesús. Zaqueo “procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle” (Lucas 19:3-4). Jesús pasó por Jericó para decirle: “Zaqueo, date prisa, desciende porque hoy es necesario que pose yo en tu casa”. 
   El Salvador no es indiferente a nuestra situación, pues al vernos perdidos, esclavos de nuestros pecados, lejos de Dios y de su bendición, tomó nuestro lugar en la cruz, para que todos los que creen en él sean salvos del juicio eterno. Aún hoy se da a conocer a todos los que tienen el sincero deseo de “ver a Jesús”. ¿Forma usted parte de ellos?
    El Señor en este mismo instante también le dice a usted lector: date prisa, arrepiéntete, clama perdón y acéptame como tu salvador, yo fui quien murió por tus pecados, quiero posar en tu corazón; mira a zaqueo  creyó y así como prometió devolver sus pertenencias a quienes les robó; también haz lo mismo, después de aceptarme como salvador busca al prójimo y ponte en paz con él, devuelve el mal que le hiciste con el bien  (Lucas 11: 4).

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