miércoles, 25 de diciembre de 2013

EL PECADO DE ADIVINACIÓN



“El hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación,  ha de morir;  serán apedreados;  su sangre será sobre ellos” (Lev. 20:27).
    Dios declara que la adivinación es una mentira y que el hombre ha ideado esta práctica con el fin de engañar y obtener ganancias (Hechos 16:16-24).   Nadie puede  señalar el futuro; solo Dios conoce el destino del ser humano.  Por lo tanto, la adivinación siempre será una restricción (levítico. 19:31).
   El versículo inicial nos muestra la severidad de esta prohibición; como hoy no se puede apedrear a ningún practicante de este pecado, Dios en su gracia espera que estas personas se arrepientan o de lo contrario serán juzgadas y lanzadas al infierno. Leer las cartas, el cigarrillo, el horóscopo y otros medios de falsa adivinación se han propagado en el mundo para engañar y desviar a todo hombre de la voluntad de Dios; es más, muchos se creen profetas y dicen que la Biblia los respalda, desconociendo que eso fue en el pasado, donde si existieron los verdaderos profetas. La  profecía fue dada por los ángeles, luego por los profetas y por último la dio nuestro Señor Jesucristo (Hebreos 1: 1,2).  En la Biblia está la profecía más segura; porque es para nuestra salvación y la única que predice el futuro (2ª Pedro 1:19-21; 2ª Timoteo 3:15,16). 
   Lector, no se deje engañar de los que dicen tener profecía, ellos también utilizan la Biblia los cuales son utilizados por el diablo.  Muchos son los arrastrados a estas  sectas ocultistas, que toman a sus víctimas para estafarlas o violarlas, diciendo que son iluminados por parte de Dios.  Los que se dejan llevar por estas predicciones también están en contra de Dios.  No crea  en ésta clase de adivinos, usted ni ellos no entrarán al cielo (Jeremías 27:9; Apocalipsis 21:8). Hoy cambian la palabra de Dios para su provecho, “...las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición (2Pedro 3:16).
  Por toda la práctica anterior, pidamos perdón; aceptemos a Cristo como nuestro Salvador; porque Él murió para perdonar toda clase de  pecados. (Rom 8:1; Heb 10:19,24).                  

No hay comentarios:

Archivo del blog