sábado, 14 de diciembre de 2013

GRACIA Y PAZ (Efesios 2:8-10; Romanos 5:1)



    La paz es el resultado de la gracia. El pecador al clamar perdón por sus pecados y aceptar la obra de Jesús en la cruz para el perdón de sus pecados, está a paz con Dios, obtiene la salvación.  Está confiado, sabiendo que Cristo sufrió el castigo por sus pecados, que todas sus faltas han sido perdonadas, y que nunca será condenado. El  Evangelio muestra la gracia, la bondad inmerecida de Dios para con los desdichados. 

     Dios desea que el hombre se dé cuenta de que ni la gracia y la paz se alcanza con guardar la ley, siempre fallamos, la quebrantamos. Al contrario el enorme costo de la salvación: “Nuestro Señor Jesucristo… se dio a sí mismo por nuestros pecados” Gálatas 1:4. Él se entregó para resolver la cuestión del pecado.  No nos es necesario,  añadir algo a lo que él pagó.  Cristo es el  único y suficiente Salvador. El propósito de la muerte de Cristo fue de librarnos del eterno infierno.  

   Éste mundo vive no sólo la corrupción moral y política; sino también la religiosa, que trata de mezclar la fe, acompañada con los ritos y las falsas ceremonias. La redención de Cristo, fue “conforme  a la voluntad de nuestro Dios y Padre”.  Esto atribuye a Dios lo que es de Dios.  La redención no viene por la habilidad o los esfuerzos del hombre sino por la soberana voluntad de Dios en su Hijo,  el único camino de salvación provisto por su Padre. Toda la gloria por la salvación del hombre pertenece a Dios el Padre y al Señor Jesucristo por morir en la cruz Gálatas 1:5; 3:13. El hombre no es co-redentor,  sus esfuerzos son nulos.  

  La gracia no busca a hombres buenos para aprobarlos, ya que no hay uno justo.  Busca a hombres culpables, convencidos de su culpa, para poderlos salvar, santificar y glorificar; que después de lograrlo,  sus buenas obras y su mensaje  es la evidencia de tener a Jesús. Hebreos 13: 15-16, Romanos 10: 9, 10,15.  

     La gracia le anuncia que la salvación es un regalo, solo hay que aceptarla. Lector, arrepiéntase de sus pecados, confiéselos ante Dios  y con fe acepte a Cristo como su Salvador y por su gracia es salvo.  



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