sábado, 14 de diciembre de 2013

OJOS QUE LEEN EL PENSAMIENTO



  “El Hijo de Dios,  el que tiene ojos como llama de fuego… dice esto: Yo conozco tus obras,  y amor,  y fe,  y servicio,  y tu paciencia… Pero tengo unas pocas cosas contra ti…Y le he dado tiempo para que se arrepienta,  pero no quiere arrepentirse de su fornicación. He aquí,  yo la arrojo en cama,  y en gran tribulación a los que con ella adulteran,  si no se arrepienten de las obras de ella... yo soy el que escudriña la mente y el corazón;  y os daré a cada uno según vuestras obras” (Apocalipsis 2: 18-23).
  Ciertamente ningún hombre es justo a los ojos de Dios.  La justicia de Dios no es como la de los hombres, pues Dios no se limita a la superficialidad de las cosas, a las acciones que cometemos, sino que conoce los  pensamientos, los secretos de nuestro corazón y nuestros motivos. Él discierne el adulterio, la fornicación, el deseo de hacer el mal, que muy a menudo escondemos a nuestros semejantes. Y nos comunica su veredicto: “Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano” (Salmo 143:2).  En la Biblia algunos son declarados justos.  ¿Por qué? Porque le creyeron a Dios “Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia… al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:3,5). Por la obra de Jesús consumada en la cruz somos “Justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús… por medio de la fe en su sangre” (Romanos 3:24, 25). “Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1ª Pedro 3:18) ¡Qué motivo de agradecimiento y adoración! ¿No es momento para arrepentirnos antes de que Dios muestre todo lo que llevamos oculto? Muchos son los que serán juzgados (Apocalipsis 20:12 Romanos 2:16). La mayoría creen tener a Dios, aun estando dentro de un círculo cristiano como lo muestra el versículo del encabezamiento (Mateo 7: 21-23), no nos engañemos, Él conoce todo (Gálatas 6:7).  El serio clamor de perdón, aceptando a Cristo como Salvador por fe,  tenemos el perdón.



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