“El Hijo de
Dios, el que tiene ojos como llama de
fuego… dice esto: Yo conozco tus obras,
y amor, y fe, y servicio,
y tu paciencia… Pero tengo unas pocas cosas contra ti…Y le he dado
tiempo para que se arrepienta, pero no
quiere arrepentirse de su fornicación. He aquí,
yo la arrojo en cama, y en gran
tribulación a los que con ella adulteran,
si no se arrepienten de las obras de ella... yo soy el que escudriña la
mente y el corazón; y os daré a cada uno
según vuestras obras” (Apocalipsis 2: 18-23).
Ciertamente
ningún hombre es justo a los ojos de Dios.
La justicia de Dios no es como la de los hombres, pues Dios no se limita
a la superficialidad de las cosas, a las acciones que cometemos, sino que
conoce los pensamientos, los secretos de
nuestro corazón y nuestros motivos. Él discierne el adulterio, la fornicación,
el deseo de hacer el mal, que muy a menudo escondemos a nuestros semejantes. Y
nos comunica su veredicto: “Porque no se justificará delante de ti ningún ser
humano” (Salmo 143:2). En la Biblia
algunos son declarados justos. ¿Por qué?
Porque le creyeron a Dios “Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia…
al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada
por justicia” (Romanos 4:3,5). Por la obra de Jesús consumada en la cruz somos
“Justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús… por medio de la fe en su sangre” (Romanos 3:24, 25). “Cristo
padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a
Dios” (1ª Pedro 3:18) ¡Qué motivo de agradecimiento y adoración! ¿No es momento
para arrepentirnos antes de que Dios muestre todo lo que llevamos oculto?
Muchos son los que serán juzgados (Apocalipsis 20:12 Romanos 2:16). La mayoría
creen tener a Dios, aun estando dentro de un círculo cristiano como lo muestra
el versículo del encabezamiento (Mateo 7: 21-23), no nos engañemos, Él conoce
todo (Gálatas 6:7). El serio clamor de
perdón, aceptando a Cristo como Salvador por fe, tenemos el perdón.
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