sábado, 14 de diciembre de 2013

¿QUÉ ES VUESTRA VIDA?


“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:1).

¿Quién no ha visto a un niño contar orgullosamente sus años con los dedos de sus manos? ¿O a un anciano sorprendido por la brevedad de su vida contar los recuerdos de su juventud? Esta realidad del tiempo está constantemente ahí, en cada uno de nuestros hechos y  gestos. ¿Podemos vivir un solo día sin sentir el paso del Tiempo?

    La Palabra de Dios nos enseña que al contar nuestros días traemos “al corazón sabiduría” (Salmo 90:12).  Es cierto que sólo podemos contar los días pasados, pues el mañana no está en nuestras manos, ¡ni siquiera el siguiente minuto! Para el creyente, contar sus días es no malgastar el tiempo que Dios le concede, sino vivir delante de Su mirada, con confianza y dependencia.  Para los que todavía no conocen el amor de Dios, contar sus días es para obedecerle lo que Dios dice: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones (Hebreos 3: 7,8).  Reconocer nuestros pecados y  el deseo de clamar perdón para estar a paz con Dios y no tener que ser juzgado el día de mañana, es lo que Dios desea.   

    Cuando Jesucristo fue crucificado, a su lado habían dos malhechores padeciendo también el martirio; les quedaba sólo algunas horas de vida, pero uno confesó allí sus faltas y reconoció que Jesús era el Hijo de Dios, y creyó que lo podía salvar (Lucas 23:429). Entonces el Señor le respondió: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.  Nadie sabe cuánto tiempo de vida le queda. El ladrón si sabía. “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Cor. 6:2.)

   Lector, el tiempo es corto, no esté seguro que el dormir tranquilamente usted está seguro, tal vez no despierte y si no tiene a Jesús en su corazón, su lugar será el infierno, ese lugar le estará esperando. Dice un proverbio: no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. ¿Qué tal si usted hoy se arrepiente y acepta a Jesús como su salvador? Si muere estará en la gloria eterna.

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