sábado, 14 de diciembre de 2013

LA MUJER QUE TOCÓ EL MANTO



    “Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos,  y gastado todo lo que tenía,  y nada había aprovechado,  antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús,  vino por detrás entre la multitud,  y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto,  seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó;  y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. Luego Jesús,  conociendo en sí mismo el poder que había salido de él,  volviéndose a la multitud,  dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta,  y dices: ¿Quién me ha tocado? Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. Entonces la mujer,  temiendo y temblando,  sabiendo lo que en ella había sido hecho,  vino y se postró delante de él,  y le dijo toda la verdad. Y él le dijo: Hija,  tu fe te ha hecho salva;  ve en paz,  y queda sana de tu azote” Marcos 5:25-34.

    Cuando se trata de la fe como en la historia anterior,  muestra la falsedad del hombre que solo se aprieta a Jesús, aparentemente sus manifestaciones son muy religiosas que no conducen a nada y aseguran creer en Jesús, pero todo es mentira.  La palabra  “Señor, Señor”, es muy común en ellos que no tiene respuesta por parte de Dios Mateo 7:21-23.

   Al contrario la mujer miró y dijo: “Si tocare tan solamente su manto”, Jesús miró en ella su fe legítima hacia él. Hoy el mensaje verdadero del Evangelio se identifica en la muerte de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, quien derramó su sangre para el perdón de los pecados de todo aquel que reconoce verdaderamente su pecado y con fe, al arrepentirse, clama misericordia.  La Gracia de Señor dará el perdón, de quien  acepta a Jesús como su Salvador, entonces el pecador es justificado, preparado para ir al cielo y sano también de cualquier dolencia física que con fe pidiera “tu fe te ha hecho salva;  ve en paz,  y queda sana de tu azote” ¡Otro ejemplo  de fe para imitarlo, el del paralítico que creyó en Jesús para sanarlo de su parálisis! Marcos2: 1-12.   

      Lector no apriete al Señor con sus disimulos, sea honesto, arrepiéntase y clame perdón aceptando a Jesús como su Salvador y en adelante abandone su pecado.





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