lunes, 19 de mayo de 2008

E L C O R D E R O

Dios, en el Antiguo Testamento dijo: todo aquel que pecare morirá (Ezequiel 18: 4,24), pero en su misericordia también dio la solución. Para ser perdonado el culpable debía sacrificar un cordero como lo hizo Abel; un inocente por un pecador. Obligatoriamente el animal debía morir como sustituto por el pecador (Génesis 4:4). En el Nuevo Testamento quita la ley de estos sacrificios de animales y da paso a su gracia, mediante la muerte de Jesús ahí en la cruz.

Jesús es el único “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29), ya que desde la antigüedad aquel cordero sacrificado representaba a nuestro Señor Jesucristo dando salvación al mundo. Dios en su amor ya hizo su parte al enviar a Jesús, ahora falta la suya. En oración cuéntele lo malo que ha hecho. Al arrepentirse de sus pecados y aceptarlo como su Salvador será perdonado. (Juan 3:16; Mateo 6:6; 1ªJuan 1:9; Juan 1:12).

Nadie puede vanagloriarse de tener una vida perfecta. Todos somos pecadores, todos merecemos su inevitable juicio (Romanos 3:23; Hebreos 9:27). Sin embargo, Dios nos ama tal como somos y también dio la solución para escapar del juicio Divino con la muerte de su Hijo. Por lo tanto, en este sacrificio, toda buena obra que el ser humano cree hacer para su salvación, queda sin validez; puesto que Jesús es el Cordero perfecto dada por Dios como ofrenda para el perdón de nuestros pecados.

Este es el momento de obtener la salvación; porque después de muerto no se puede hacer nada y nadie le podrá librar del infierno eterno. ¡Arrepiéntase ya! (Hebreo 10:5-10; 1ª Pedro 1: 18-19; 2ª Corintios. 5:21; Efesios 2: 8-9; Juan 3:36; Apoc. 20:15; 21:8).

¿Qué hacer después de su conversión? Hablará con Dios por medio de la oración. Leerá la Biblia cada día para conocer mejor a Cristo. Vivirá una vida que agrade al Señor. Por amor a los demás, de a conocer de aquel Cordero sacrificado por Dios válido únicamente para salvación.

CRISTO PAGÓ NUESTRA DEUDA

CRISTO PAGÓ NUESTRA DEUDA
“Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos…
Siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5: 6 - 8)

Un predicador anunciaba el Evangelio en cierta ciudad cuando un hombre ebrio entró en la sala y provocó desorden. Trataron de hacerlo salir, pero él consiguió liberarse e hirió al evangelista. La policía tuvo que intervenir, y un mes más tarde este hombre se hallo ante los tribunales. Se le impuso una multa, pero como no podía pagarla, tendría que pasar algunas semanas en la cárcel.
El predicador asistió al proceso. Cuando se levantó la sesión, pidió que le permitieran pagar la multa. El juez vaciló, pero no se lo pudo rehusar. Hizo volver al condenado y le dijo: Usted está libre. Alguien pagó por usted. ¿Por mí? ­ ¿Quién quisiera pagar por mí? Aquel a quien usted hirió, respondió el juez. Conmovido y con lágrimas en los ojos, el hombre se volvió hacia el creyente y le estrechó la mano con agradecimiento.

Este relato nos muestra cómo el Evangelio concilia la justicia y el amor. El predicador no impidió la acción de la justicia. El hombre reconocido como culpable debía pagar la multa. En cambio el agredido, por pura bondad, quiso pagar en su lugar.
Ocurre lo mismo con Dios. Todo pecado debe ser castigado. Dios no renuncia a su justicia, pero por amor dio a su Hijo para que muriera en la cruz y cargara en nuestro lugar con el castigo de nuestras faltas. Así Jesucristo se hizo cargo de la deuda que habíamos contraído al ofender a Dios. Jesús pagó en nuestro lugar y somos libres de toda culpa, si creemos esta verdad.
Lector, como pecador reconozca ante Dios sus muchos pecados, agradecido por su perdón proclame esta realidad.

viernes, 16 de mayo de 2008

EL TIEMPO VUELA

Hay TIEMPO hoy. Tal vez mañana no habrá TIEMPO. ¿TIEMPO para que? ¡Para ponerse a paz con Dios! Tiene interés para ello, ¿no es verdad? Claro que sí. Pero debemos reconocer que somos pecadores. No lo niegue, la Biblia afirma: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3: 23). ¿No anhela recibir de una vez el perdón de sus muchos pecados ahora mismo?

La Palabra de Dios, nos dice que “es el TIEMPO de buscar al Señor” (Óseas 10:12), y otra vez dice que “En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el TIEMPO aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Corintio 6:2).
El TIEMPO – tu tiempo- es corto. “¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Santiago 4:14). No se puede estar seguro de gozar de 24 horas más de vida aquí.

“Dios es amor” (1a de Juan 4:8), y le quiere perdonar sus pecados. ¿Cómo lo sabemos? La Biblia dice: “Pero cuando vino el cumplimiento del TIEMPO, Dios envió a su Hijo… al mundo para salvar a los pecadores,” y Cristo su amado Hijo, “cuando aun éramos débiles, a su TIEMPO murió por los impíos” (Gálatas 4:4, 1Timoteo 1:15, Romanos 5:6). ¡Que amor tan sublime! Pero la oferta del perdón y de la salvación es para hoy, no para mañana.

Apreciado lector, créalo. ¡Es mas tarde que nunca! Hace más de 2000 años Cristo murió por los pecadores, resucitó y ascendió a los cielos. Muy pronto cumplirá con su promesa. Volverá. ¿Usted estará prevenido para su venida o se quedará aquí abajo para el juicio? Dios no quiere juzgarle. Le ama. Entregó a su Hijo a la muerte, y muerte de cruz, por amor a nosotros. Le resucitó para su justificación. Sea decidido. ¡Arrepiéntase! Ponga su fe en Jesús y será salvo. Si le rechaza irá al infierno.Ahora es TIEMPO de aceptar a CRISTO como su salvador

URGENTE MANDANTO


Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos Apóstoles 17:30-31).
Quizá existan leyes humanas de las que el hombre consigue huir sin que sufra las consecuencias… Pero, he aquí un mandamiento que no se debe ignorar, ya que viene de Dios. “Dios… manda”. No es un consejo ni una recomendación, es una orden. Si usted le desobedece, tendrá que sufrir las consecuencias. La orden es actual: Dios “ahora manda”. Hoy es el tiempo de la gracia, el día de la
salvación. ¿A quién se dirige este mandamiento? “A todos los hombres”. No hay ninguna excepción, ni de raza ni de lugar: “en todo lugar”. Quienquiera que usted sea, esa divina orden, urgente y universal, es de su interés.

¿Qué es lo que Dios manda? Que todos los hombres se “arrepientan”. Arrepentirse es reconocerse pecador perdido, culpable ante Dios y merecedor de su justo juicio. A quien se reconoce como pecador, Dios le ofrece su perdón; esa es la única condición: El que cree en el sacrificio de Jesucristo para el perdón de sus pecados, tiene vida eterna; porque él dio su vida por los pecadores (Isaías 53:12), arrepentido pedirá perdón y será salvo de la condenación eterna “por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia” El juez ya ha sido designado: es el Señor Jesús. O usted le acepta hoy como su salvador, o él será el juez mañana. Dele su respuesta ahora mismo (Juan 1:12; 3:36).
Oración personal: Dios, tu Hijo derramó su sangre por mí en la cruz, soy pecador, de todo corazón me arrepiento de mis pecados ten misericordia de mí;  por tu gracia perdóname, acepto a Jesús como mi Salvador,  gracias por la vida eterna ¡A ti sea la gloria! Amén.