“Porque Dios me dijo a
mí de esta manera: Como el león y el cachorro de león ruge sobre la presa, y si se reúne cuadrilla de pastores contra
él, no lo espantarán sus voces, ni se acobardará por el tropel de ellos; así el Señor de los ejércitos descenderá a
pelear sobre el monte de Sion, y sobre
su collado” (Isaías 31:4).
Esta historia se
asemeja al tiempo actual. El león y el cachorro son el diablo y sus demonios
que se lanzan sobre el hombre. La
cuadrilla de pastores son los actuales falsos pastores, que no pueden hacer nada contra Satanás,
antes le ayudan a destruir las ovejas.
Únicamente Jesús descendió a la tierra y triunfó sobre el diablo para
salvar del infierno al hombre pecador (Juan 10: 10, 27, 28).
Bien hablo Dios de
los falsos pastores: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan
los pastores a los rebaños? Coméis la grosura,
y os vestís de la lana; la
engordada degolláis, mas no apacentáis a
las ovejas.” Ezequiel. 34: 2, 3. Pedro
predijo de ellos: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros
falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción
repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones,
por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por
avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas…” (2 Pedro 2:1-3).
Jesús llama a quienes
asisten a los grupos que tienen un
pastor humano, a que “...Salgamos, pues,
a él, fuera de ese campamento”, para que solo Jesús y no otro sea el centro de
reunión y adoración de la iglesia (Hebreos 13: 12,13; Apoc. 3:20); quien dijo:
“Yo soy el buen pastor; el buen pastor
su vida da por las ovejas” (Juan 10: 11), o reunidos en casa con su familia;
porque donde están dos o tres reunidos en su nombre, allí está el Señor en
medio de ellos (Mateo18:20; Hechos 2: 46; 1Cor. 16:19;Filemón 1:1,2; Colosenses
4:15).La predicación deber ser sin cobro alguno de dinero, como lo dijo el Señor: “de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mat. 10:8). Pablo lo confirma: “¿Cuál, pues, es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio” (1 Corintios 9:18).