La palabra
codiciar significa: Desear con ansia las riquezas u otras cosas. La publicidad explota cada vez más los deseos
del hombre para promover la venta de artículos o servicios. Algunas imágenes impactantes despiertan en
nosotros un gran deseo de posesión y nos incitan a hacer cualquier cosa para
satisfacerlo.
Sin embargo
Dios, que conoce perfectamente el corazón humano, dice explícitamente en su
ley: “No codiciarás”. Dicho de otra
manera, no cultivarás ese sentimiento que te lleva a querer siempre lo que no
tienes, cuyas consecuencias son la búsqueda de un materialismo desenfrenado,
así como también la incitación a cometer acciones como el robo o el adulterio. También
recomienda: “... no codiciar... Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Romanos
13:9), pero no lo cumplimos. No codiciar es una lucha que empieza en los
pensamientos. ¿Qué es lo que busco?
¿Lecturas, películas, emisiones televisivas, amigos que fomentan la codicia? El
verdadero cristiano también corre el peligro de ceder a la codicia. “No reine,
pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus
concupiscencias” (Rom.6:12). ¡Velemos! El cristiano posee dos armas para
resistir: la lectura asidua de la Biblia
y la oración. Cuando la tentación se
acerque, huyamos, desviemos nuestra mirada a fin de “alcanzar misericordia y
hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).
Lector para
no vivir más en la práctica del pecado, la fe debe estar fundada en Jesús y su
sacrificio; puesto que la Palabra declara que en la sangre derramada de Jesús
hay perdón de pecados (Hebreos 9:22). y
así poder cumplir el mandato: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley (Romanos 13:8). Qué bueno fuera que deseemos la palabra de Dios y no otra cosa, pues ella
nos hace sabios para la salvación y poder
cumplir sus mandatos (2 Timoteo 3:15-17).
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