sábado, 14 de diciembre de 2013

“NO MATARÁS” 6º mandamiento Éxodo 20:13



“El Señor mata, él da vida; El hace descender al Seol, y hace subir 1ª Samuel 2:6.
  El sexto mandamiento: “No matarás”, aborda un tema fundamental: la vida.  El autor de la vida es Dios (Génesis 2:7).  Sólo “El Señor mata, y él da vida”.  Por ello Dios prohíbe al hombre poner fin a la vida, ya sea su propia vida o la de otro.  Mediante este mandamiento condena el homicidio voluntario, es decir, el asesinato intencional.  Ahora bien, vivimos en un mundo violento en donde asesinatos y suicidios van en aumento.
   El hombre moderno se apropia el derecho de señorear sobre la vida y la muerte.  Acabar con la vida es cada vez más tentador para resolver los problemas humanos.  Por medio del aborto se destruye el principio de una vida, una vida que alguien consideró indeseada.  La eutanasia se propone para terminar, los sufrimientos y minusvalía difíciles de soportar antes de su muerte natural. El suicidio es el homicidio de uno mismo, y tiene lugar cuando el individuo llega a preferir la muerte antes que la vida. Satanás, el padre de mentira y homicida desde el principio (Juan 8:44), hace creer que no hay otras soluciones a estas situaciones desesperantes. Dios tiene exigencias, pero también ha reservado respuestas de misericordia y gracia sorprendentes para aquellos que confían en él.
    El mandamiento de no matar surge por el hecho de que el hombre es un asesino desde su nacimiento Salmo 51: 4,5. “Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo.  Y aconteció que estando ellos en el campo,  Caín se levantó contra su hermano Abel,  y lo mató” Génesis 4:8.  Si esta muerte clama venganza: “La  voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra” Génesis 4:10  ¿Cómo será la del Señor Jesucristo? Mateo 27-24-25.  ¡Qué tan duro  juicio recibirá aquella gente, la que le dio muerte!  ¿Usted le gustaría callarse y no pedir perdón por haberse ensuciado sus manos con sangre de sus semejantes y por todas las ofensas que ha hecho también a Dios?  Haga lo que hizo uno de los  dos ladrones crucificados con Jesús, el que se arrepintió y lo aceptó como su Salvador; porque el otro ladrón que injuriaba está pagando su maldad en el infierno.





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