La
misericordia divina se parece a una cuerda tendida a nuestra miseria. Quizás
usted no sabe que se está ahogando; lucha por salir de las garras del alcohol,
de la droga, o de un vicio. Mientras la
cabeza salga del agua parece que sus esfuerzos valen la pena, pero en cuanto
vuelve la recaída, usted se hunde.
Necesita ayuda, y esa ayuda existe.
Dios se la ofrece. Jesús en su desespero
porque tenía que pasar por la muerte “se apartó de ellos a distancia como de
uno tiro de piedra; y puesto de rodillas oró diciendo: Padre, si quieres, pasa
de mí esta copa… Lucas 22: 41-42.
Vino
a tomar nuestro lugar aceptando ser condenado por Dios, en la cruz sufrió la
ira de Dios contra nosotros Romanos 5:8.
Nadie podía compartir esa condena ni ayudarle a escapar de ella. En el
huerto de Getsemaní el Señor se alejó de sus discípulos para aceptar ser hecho
pecado por nosotros en la cruz. “La copa
que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber? Juan 18:11. “¿Dios mío, Dios mío por qué me has
desamparado?”Mateo 27:46.
Una vez pagada la deuda por nuestros pecados, Jesús exclamó: “Consumado
es” Juan 19:30. Entonces todo cambió. La
justicia de Dios fue satisfecha definitivamente, su Hijo la pagó; así el que
cree y se arrepiente clamando perdón, está en paz y en comunión con su
Salvador. La cuerda para usted está
tendida ¿Por qué no se agarra? ¡Tómela sin tardar! Pues el resucitó y vendrá
a tomar cuentas y en ese momento nadie se escapará, pero si lo recibimos como nuestros Salvador, él lo separará antes
de aquel Juicio para decirnos: “Paz a vosotros” Juan 20:19. ¡Estas salvado!
Misericordia de parte de Dios: Clemencia para no dar castigo a un adversario o a un violador de la
ley; Bondad y gracia de Dios para con el hombre (Sal. 17:7; 26:3). Su Virtud
ejemplo para compadecernos del dolor ajeno (Mateo 18:24-27). Ahora de parte
nuestra a los demás: Mateo 5:7; Santiago 2:1-13.
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