Si
en la tierra que Jehová tu Dios te da para que la poseas, fuere hallado alguien muerto, tendido en el campo, y no se supiere quién lo mató, entonces tus
ancianos y tus jueces saldrán y medirán la distancia hasta las ciudades que
están alrededor del muerto. Y los ancianos de la ciudad más cercana al lugar
donde fuere hallado el muerto, tomarán
de las vacas una becerra que no haya trabajado,
que no haya llevado yugo; y los ancianos de aquella ciudad traerán la
becerra a un valle escabroso, que nunca
haya sido arado ni sembrado, y quebrarán
la cerviz de la becerra allí en el valle.
Entonces vendrán los sacerdotes hijos de Leví, porque a ellos escogió Jehová tu Dios para
que le sirvan, y para bendecir en el
nombre de Dios; y por la palabra de ellos se decidirá toda disputa y toda
ofensa. Y todos los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fuere
hallado el muerto lavarán sus manos sobre la becerra cuya cerviz fue quebrada
en el valle; y protestarán y dirán: Nuestras manos no han derramado esta
sangre, ni nuestros ojos lo han visto.
Perdona a tu pueblo Israel, al cual redimiste, oh Dios;
y no culpes de sangre inocente a tu pueblo Israel. Y la sangre les será perdonada. Y tú quitarás
la culpa de la sangre inocente de en
medio de ti, cuando hicieres lo
que es recto ante los ojos de Jehová (Deuteronomio 21:1-9).
Como
aquel animal inocente pagaba las consecuencias de un crimen, no había
impunidad; así nuestro Señor Jesucristo se hizo cargo de nuestros pecados, un
justo por un pecador (Salmos 69:4;1 Pedro 3:18). Alguien debía pagar por
nosotros. Todos nacimos con el pecado
original (Salmo 51: 1-5; Rom. 3:23). Por lo tanto nadie está limpio para dar su
vida para salvar a otro, aún utilizando algún ritual (Salmo 14:1-2; 49:6-8). En
el A. Testamento el animal era una figura de Cristo, éste moría para cubrir el
pecado. En el N.T. Cristo reemplaza este
animal, él es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, se entregó por
nosotros en obediencia a su Padre, bajó la cerviz, sin pecado (Juan 1:29; Fil.
2:5-11).
Lector, ¿por qué no baja su cerviz y clama perdón recibiendo a Jesús
como su salvador? (Lucas 18:13). El Señor lo está esperando, vaya con fe, ¿Qué
espera? Muchos de corazón ya tenemos a Jesús, es nuestro sustituto, el cual
pagó nuestra deuda del pecado con su sangre.
Apresúrese para no ir al infierno; porque todo pecado será juzgado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario