martes, 24 de diciembre de 2013

UN INOCENTE PAGÓ LA DEUDA



     Si en la tierra que Jehová tu Dios te da para que la poseas,  fuere hallado alguien muerto,  tendido en el campo,  y no se supiere quién lo mató, entonces tus ancianos y tus jueces saldrán y medirán la distancia hasta las ciudades que están alrededor del muerto. Y los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fuere hallado el muerto,  tomarán de las vacas una becerra que no haya trabajado,  que no haya llevado yugo; y los ancianos de aquella ciudad traerán la becerra a un valle escabroso,  que nunca haya sido arado ni sembrado,  y quebrarán la cerviz de la becerra allí en el valle.
     Entonces vendrán los sacerdotes hijos de Leví,  porque a ellos escogió Jehová tu Dios para que le sirvan,  y para bendecir en el nombre de Dios; y por la palabra de ellos se decidirá toda disputa y toda ofensa. Y todos los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fuere hallado el muerto lavarán sus manos sobre la becerra cuya cerviz fue quebrada en el valle; y protestarán y dirán: Nuestras manos no han derramado esta sangre,  ni nuestros ojos lo han visto. Perdona a tu pueblo Israel,  al cual redimiste,  oh Dios;  y no culpes de sangre inocente a tu pueblo Israel.  Y la sangre les será perdonada. Y tú quitarás la culpa de la sangre inocente de en  medio de ti,  cuando hicieres lo que es recto ante los ojos de Jehová (Deuteronomio 21:1-9).
    Como aquel animal inocente pagaba las consecuencias de un crimen, no había impunidad; así nuestro Señor Jesucristo se hizo cargo de nuestros pecados, un justo por un pecador (Salmos 69:4;1 Pedro 3:18). Alguien debía pagar por nosotros.  Todos nacimos con el pecado original (Salmo 51: 1-5; Rom. 3:23). Por lo tanto nadie está limpio para dar su vida para salvar a otro, aún utilizando algún ritual (Salmo 14:1-2; 49:6-8). En el A. Testamento el animal era una figura de Cristo, éste moría para cubrir el pecado.  En el N.T. Cristo reemplaza este animal, él es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, se entregó por nosotros en obediencia a su Padre, bajó la cerviz, sin pecado (Juan 1:29; Fil. 2:5-11).
  Lector, ¿por qué no baja su cerviz y clama perdón recibiendo a Jesús como su salvador? (Lucas 18:13). El Señor lo está esperando, vaya con fe, ¿Qué espera? Muchos de corazón ya tenemos a Jesús, es nuestro sustituto, el cual pagó nuestra deuda del pecado con su sangre.  Apresúrese para no ir al infierno; porque todo pecado será juzgado.

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