sábado, 20 de abril de 2013

“Entonces alzó Abraham sus ojos



“Entonces alzó Abraham sus ojos y miró,  y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos;  y fue Abraham y tomó el carnero,  y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo” Génesis 22: 1-13. “Probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo…” Génesis 22: 1-2. 
   La Biblia no justifica la muerte de un ser humano y esto lo confirma Dios en el caso de Abraham: “No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada”…v.12.  Entonces, ¿Cuál es el sentido de esa escena?  Es un examen de la fe de Abraham, y también una imagen sorprendente de la cruz del Calvario que vivió Jesús.  El Hijo unigénito, aquel a quien el Padre ama.  Él fue el sacrificio, “el Cordero de Dios” Juan 1:29.
    La obediencia de Isaac recuerda la de Jesús: “Yendo un poco adelante,  se postró sobre su rostro,  orando y diciendo: Padre mío,  si es posible,  pase de mí esta copa;  pero no sea como yo quiero,  sino como tú” Mateo 26:39.  Pero en contrate con Isaac, quien simplemente se sometió, Jesús se sometió y se presentó voluntariamente a Dios “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad” Hebreos 10:9.
    Nuevamente a diferencia de Isaac, quien no sabía lo que su padre iba a hacer, “Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó” Juan 18:4; su Padre lo acompaño hasta la cruz y allí lo abandonó “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Mateo 27:46.  En contraste con el grito del ángel que detuvo la mano de Abraham, no se oyó ninguna voz para desviar el juicio que debía caer sobre el Hijo de Dios. Isaac necesito un sustituto un cordero para su salvación “y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo” v.13. Simbólicamente Isaac resucitó, al contrario Jesús murió como el animal, pero luego resucitó verdaderamente, y nosotros también nos beneficiamos de ello, somos salvos, siempre y cuando queriendo ser perdonados de nuestros pecados si aceptemos a Jesús como nuestro Salvador, clamando perdón

“ACUÉRDATE DEL DÍA DE REPOSO…” 4º Mandamiento Éxodo 20:8-10

     La palabra “Sábado” significa cesar de trabajar, en la Biblia “día de reposo”. La ley de guardar este día tuvo su principio en Éxodo 16 y 20, y  fue exclusivamente para Israel (Éxodo 31:12-17; Nehemías. 9:13,14; Ezequiel 20:10-12). Ellos recordaban que fueron liberados de la esclavitud de Egipto (Deuteronomio 5:15). Nunca fue dado a los gentiles, ni mucho menos a la iglesia.  El no comprender las diferentes ordenanzas que hace Dios  tanto para los  judíos, gentiles, y la iglesia de Dios da lugar a mucha confusión (1ªCorintios 10:32).

   Israel descansaba en este día literalmente,  hoy los cristianos reposamos espiritualmente en Jesús, descansamos de nuestros pecados (Mateo 11:28). El sabbat se lo guardaba de viernes a sábado de seis a seis de la tarde;  la nueva ordenanza de Jesús no lo afirma. Por lo tanto Jesucristo se presenta como hombre, perfecto sin pecado, para obedecer a su Padre y así en la cruz abolir esta ley del A. T. y muchas otras dada por Moisés (Romanos  10:4; Hebreos 10:1-10). Esta figura sabática se hace realidad en Cristo, en otras palabras él es el sábado, nuestro descanso (Hebreos 4:1-11; Marcos 2:28). Al arrepentirnos, pedir perdón, y aceptar a Cristo como Salvador con fe, entramos a ese reposo eterno, salvos del juicio venidero y no por guardar el sábado. El depender del Sábado, estaríamos bajo maldición  (Gálatas 3:10,11).  La salvación es por fe, no por obras (Efesios 2:8-9; Santiago 2:10).  Jesús es quien nos llevará al Canaán celestial,  al sábado eterno, el cielo.

    No coloquemos nuestra fe a un día normal de la semana como es el sábado,  ni lo adoremos, sino a Jesús  todos los días de la semana; porque él murió por nuestros pecados y con su sangre liberar a todo el que está en la esclavitud del pecado y la ley (Rom. 6:18-22). 
            
    “El día de reposo fue hecho por causa del hombre,  y no el hombre por causa del día de reposo” (Marcos 2:27).Por lo tanto, es insensato depender de la ley para la salvación (Romanos 8:3; Hebreos 7: 18,19).   



¿QUIENES PUEDEN GLORIFICAR A JESÚS?




 “Y hubo una voz de los cielos, que decía: este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia”. Mateo 3:17; “Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia se derramó en tus labios; por tanto, Dios te ha bendecido para siempre”
Salmo 45:2.
  Las glorias del Señor Jesús son de tres clases diferentes: personales, oficiales y morales.  Jesús  cuidaba su gloria personal (él es el eterno Hijo de Dios), salvo cuando la fe de alguien la descubría o cuando hacia un milagro.  Igualmente ocultaba su gloria oficial, pues no andaba de lugar en lugar como el Unigénito Hijo procedente del seno del Padre, o como el soberano Rey Hijo de David.  Era silencioso, humilde.
  Estas dos glorias por lo general estaban ocultas mientras pasaba, día tras día, por las diversas circunstancias de la vida. En cambio su gloria moral no podía ser ocultada, ya que era perfecto en todo, pues la perfección le era propia; más aún, él era la perfección misma. Sin pecado 1Pedro 2:22. La excelencia de esa gloria moral era resplandeciente para que los ojos humanos pudieran soportarla, de manera que el hombre es comparado y reprochado por la conducta pecadora. Más ella resplandecía, independientemente de que el hombre la soportara o no. 
  Esa gloria moral ilumina ahora cada página de los cuatro evangelios así como antes iluminó toda la senda que nuestro Señor atravesó en su paso por esta tierra. ¡Hombres y mujeres, busquemos y admiremos día tras día la gloria de Señor a lo largo de la Biblia! De este modo los creyentes, arrepentidos y perdonados por la sangre de Cristo reflejaremos en este mundo la luz de Cristo  2 Corintios. 3:18; Juan 8:12.
   Los que no han aceptado a Cristo como su Salvador, es imposible darle gloria, puesto que sus vidas  hundidas en el pecado solo reflejan muerte; “porque la paga del pecado es muerte…” Romanos 6:23.  Todo aquel hombre arrepentido puede pronunciar una voz de gloria para clamar a Jesús como su salvador, las mismas que anunció Dios el Padre Juan 12:18.     

“SANTIFICADO SEA TU NOMBRE”




“En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Señor, no desamparaste a los que te buscaron” Salmo 9:10.
   Pronunciar el nombre de Dios, para nosotros debe recordar inmediatamente el supremo honor que se le debe Mateo 6:9.  Nadie exaltó mejor que Jesús el nombre de Dios.  Él lo reveló mediante sus palabras, sus hechos, su vida y su muerte.  Igualmente mediante su santidad, su amor, su justicia y su victoria cuando resucitó.
  Santificar el nombre de Dios es reconocer que él es santo, enteramente diferente de todo lo que caracteriza al hombre.  Es darle el lugar que merece en toda nuestra vida, en nuestros pensamientos, nuestras elecciones y nuestras palabras.  Herodes murió comido por gusanos por no dar gloria a Dios Hechos 12: 20-25.
   En el mundo en que vivimos el nombre de Dios está lejos de ser santificado.  En lugar de ser respetado, a menudo es blasfemado.  Esto muestra la decadencia moral de los hombres que buscan su propia gloria y quieren hacerse “un nombre” Génesis 11:4.   Incluso en la vida de los así llamados cristianos, el nombre de Dios a menudo es deshonrado.  Que podamos hacer nuestra esta conmovedora oración de un cristiano anónimo, hallada en un viejo manuscrito: -Padre amado, tu nombre sea santificado en mí.  Reconozco que a menudo he profanado tu nombre, que con mi orgullo, preocupado por mi honor y mi reputación, he mancillado tu santo nombre.  Socórreme en tu gracia para que en mí no haya más que tu nombre y tu gloria-.
  Cierta vez Jesús dijo: “les he dado a conocer tu nombre…” Juan 17:26.  Toda persona que quiera glorificar a Dios, debe Creer en Jesús Juan 14:1, puesto que el nos afirma diciendo: El que me ha visto a mí, ha visto al Padre Juan 14: 9-11; solo por Jesús llegamos a Dios Juan 14:6. La esencia: “Yo te he glorificado en la tierra;  he acabado la obra que me diste que hiciese” Juan 17:4; este pasaje apunta al sacrificio de Jesucristo en la cruz; por lo tanto todo aquel que toma a Jesús con su salvador, suplicando perdón, es perdonado y glorifica a Dios el Padre; porque Jesús dijo: “gloria de los hombres no recibo” Juan 5:39-42. Solo el pecador arrepentido, tiene ese honor Lucas 14:11.

NO TOMARÁS EL NOMBRE DEL SEÑOR TU DIOS EN VANO

“NO TOMARÁS EL NOMBRE DEL SEÑOR
TU DIOS EN VANO; PORQUE NO DARÁ POR INOCENTE EL SEÑOR AL QUE TOMARE SU NOMBRE EN VANO”  3º mandamiento Éxodo 20:7.
    ¿Qué significa este mandamiento a través del cual Dios prohíbe a su pueblo, los judíos, y por extensión a cada uno de nosotros, tomar su nombre en vano?

    Antes de responder a esta pregunta consideremos algunos atributos de Dios: Es el Dios de eternidad (Isaías 40: 28), de gloria (Salmo 29:3) y el Dios que los cielos no pueden contener (1 Reyes 8:27).  También es un Dios santo, separado del mal.  Si en este mundo tenemos respeto por algunas personalidades importantes cuyo nombre no pronunciaríamos de forma irrespetuosa, ¡Cuánto más respeto debemos tener por el nombre de Dios Todopoderoso, no utilizándolo en vano, es decir, de forma ligera o blasfema! “Y no juraréis falsamente por mi nombre,  profanando así el nombre de tu Dios” (Levítico 1912). Tomar el nombre de Dios en vano es:  
   *Asociar su nombre a una expresión que expresa sorpresa, impaciencia o ira.  Este tipo de palabras desgraciadamente son habituales en el lenguaje corriente de nuestros días; *Pronunciar el nombre de Dios en ritos religiosos u oraciones recitadas de forma mecánica, sin que haya, de parte de los interesados, una verdadera fe; *Invocar el nombre de Dios para acreditar un falso testimonio o una mentira;  *Colocar la fe por un deseo malo,  (Judas 1:18).

   Ciertamente Dios no pasa por alto la violación de este tercer mandamiento de la ley, pero para evitar el juicio divino por toda palabra ociosa que hayamos dicho, Jesús derramó su sangre en la cruz, para aquellos que claman perdón y aceptan la salvación (1Cor. 1:18).  Todo aquel que recibe el perdón, emprende el camino hacia el cielo y el Señor le solicita: “que prediques la palabra;  que instes a tiempo y fuera de tiempo;  redarguye,  reprende,  exhorta con toda paciencia y doctrina” (2Timoteo 2:2). No tomemos el nombre del Señor en cosas que no tienen sentido (2Timoteo 2:16).







¿RESURRECCIÓN O REENCARNACIÓN?


    “No os maravilléis de esto;  porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno,  saldrán a resurrección de vida;  mas los que hicieron lo malo,  a resurrección de condenación” (Juan 5:28-29).
    Decir que el hombre puede reencarnase en un animal o en otra persona, es falso.  El hombre ha hecho mil conjeturas en relación a este tema. ¿Cómo es posible decir que en una gallina el ser humano puede reencarnarse? Dios hizo el animal diferente al hombre. Este invento de la reencarnación tiene como fin, poner en duda la existencia de Dios (Col.2:8; 1Tim. 1:4; 4:7; 2Tim. 4:1-4; Tito 1:14).
      La Biblia dice en (Lucas 16:20-31), de dos hombres que murieron, el uno fue llevado al cielo y el otro inmediatamente se halló en el infierno. También afirma que las almas no saldrían de sus lugares, ni vagarían para entrar en otra persona.  Al morir cada ser ya recibe su pago, y resucitarán unos para condenación y otros para vida eterna con Jesús.  “y saliendo de los sepulcros,  después de la resurrección de él,  vinieron a la santa ciudad,  y aparecieron a muchos” (Mateo 27:52,53). Jesucristo al morir y resucitar, dio al que es de Cristo dones para difundir su Palabra (Efesios 4:8; Mateo 28:19).
   Hoy, los muertos espiritualmente, al oír la voz de Jesús a través de la Biblia, y creer tienen vida “…De cierto,  de cierto os digo: Viene la hora,  y ahora es,  cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios;  y los que la oyeren vivirán” (Juan 5:24-25).  Luego la voz fuerte de Jesús como de trompeta se oirá y los muertos en Cristo que están bajo tierra resucitarán primero, luego los vivos subiremos al cielo (Juan 11:43; 1Tes.4:14-17). “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” (Juan 11:40).  Lector, diga también, quiero estar en la resurrección de los vivos, esto es, cuando se arrepienta y acepte a Jesús como su Salvador; así, el Espíritu Santo posará en su cuerpo, y no otro elemento. (Apoc. 20:6; Ef. 1:13).  Créale a la Biblia, la palabra reencarnación es diabólica Santiago 3:15.


EL EVANGELIO DE JUAN Juan 1:1, 14; 20: 31





  Presenta a Jesús, como el Hijo de Dios que descendió del cielo, el verbo encarnado de Dios y al creer  que Jesús es el Cristo, el mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida eterna en Su nombre, seremos salvos de su ira  Juan  20:31; 5:24; 3:36.

 No tuvo un comienzo, sino que existía desde la eternidad.  Hasta allá donde pueda ir la mente humana, el Señor Jesús estaba ahí. Nunca fue creado, Jamás tuvo principio El verbo estaba con Dios.

La Biblia enseña que jamás existió un hombre perfecto, para salvar al pecador Salmos 14:2,3. Dios para  salvarlo dio a su Hijo; Jesús quiso venir al mundo en un cuerpo humano El verbo se hizo carne. Dios en su Hijo mostró su gloria en dos formas.     

  *Primero, Su gloria moral. No había en él ninguna falta ni imperfección. Fue perfecto en todos sus caminos. Todas las virtudes se manifestaron en Su vida con un equilibrio exquisito. Dios es santo, santo, santo.

  *Segundo, mostró el resplandor visible de Su gloria en el Monte de la Transfiguración Mateo 17: 1,2. En aquella ocasión, Pedro, Jacobo y Juan  vieron Su rostro resplandeciente como el sol, y Sus vestidos brillando como luz fulgurante.  A estos tres discípulos se les dio una visión anticipada del esplendor que tendrá Jesús cuando vuelva a la tierra y reine por mil años.

  La vida perfecta de Jesucristo, sin compromiso alguno con el mal, nos mostró que Dios es santo. Su devoción y compasión para con los que le rodeaban son una demostración de la bondad de Dios. Mediante la muerte expiatoria de Jesús en la cruz, seguida de su resurrección, Dios nos da la prueba de su amor.

    Él quiere salvar a los pecadores y puede hacerlo si ellos se arrepienten y creen en la obra de Cristo en la cruz. Entonces podrán dar las gracias a Dios y adorarlo por haberlos salvado. “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Creer en Jesús como el Hijo de Dios y aceptarlo como salvador, veremos su gloria en el cielo por la eternidad.