sábado, 14 de diciembre de 2013

“SERÉIS COMO DIOS” Génesis 3:5.



 De todas las propuestas que se le han hecho al hombre desde el comienzo de la humanidad, ésta es la que más lo exalta. ¡Pero también es la trampa más grande!  Luzbel dijo: “...sobre las alturas de las nubes subiré y seré semejante al Altísimo" y fue “derribado” Isaías 14:13-15.
  El deseo a dominarlo todo y a la libertad total está presente en todas la generaciones.  Preferiríamos no tener que rendir cuentas a nadie, pero esta actitud significa no admitir nuestros propios límites, y esto es un acto de rebeldía hacia nuestro Creador. Querer hacer lo que me apetece sin tener en cuenta a Dios ni a los demás, infringir Sus mandamientos o fiarme tan sólo de mi propio juicio, eso es lo que la Biblia llama pecado.  Esta actitud nos aleja cada vez más de Dios.   
  Entonces nos sentimos culpables ante Él; y es que realmente lo somos  “Desde la planta del pie hasta la cabeza  no hay en él cosa sana,  sino herida,  hinchazón y podrida llaga” Isaías 1:6.  Somos pecadores, así nos ve Dios “Vio Dios que la maldad de los hombres era mucha en la tierra,  y que todo designio de los pensamientos de su corazón solo era de continuo el mal” Génesis 6:5, pero también nos ve como sus criaturas que necesitan ser perdonada y salvadas. No podemos salvarnos a nosotros mismos; sólo Dios puede hacerlo. Lo demuestra la declaración hecha por Jesús en la cruz: “Consumado es”.  La cruz de Cristo es el lugar de enfrentamiento entre el Dios Salvador y el pecado; es el lugar de su victoria por medio del don de su propio Hijo.  Pero para disfrutar de esa victoria es necesario ampararse bajo la bendita sangre de Jesús porque con ella somos: perdonados, lavados, rescatados, hechos cercanos, redimidos, limpios, comprados, reconciliados e introducidos al cielo.
      El amor de Jesús debe conducir a clamar misericordia y aceptarlo  como nuestro Salvador, “el cual,  siendo en forma de Dios,  no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo,  tomando forma de siervo,  hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre,  se humilló a sí mismo,  haciéndose obediente hasta la muerte,  y muerte de cruz” Filipenses 2:6-7-8. Después de su resurrección toma su puesto de Dios, junto con su Padre Hebreos 1:8; Apocalipsis 5:6-8.  ¿Cómo es posible seguir escuchando al diablo para decir que somos dioses?      


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