viernes, 13 de febrero de 2009

NINGÚN HOMBRE HABLÓ COMO JESÚS


  Jesús estaba en Jerusalén y alzando la voz dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (Juan 7:37). Entonces hubo contrariedad entre los judíos a causa de Él, y sus enemigos, los principales sacerdotes, habían enviado alguaciles para prenderle.  Pero al oírle hablar, éstos no se atrevieron a hacerlo.

 Cuando volvieron, sus jefes, descontentos, protestaron diciendo: “¿por qué no le habéis traído?” Y esos hombres, respondieron: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” (Juan 7:45,46).
 Esta voz, la de Jesús de Nazaret, el hombre despreciado y rechazado ya no se oirá en la tierra con mansedumbre.  Cuando vuelva se dará a conocer con la poderosa voz del Jefe, del Juez, del Rey, con una voz que hará temblar a sus enemigos.
  Pero las palabras de gracia y de verdad que pronunció han sido guardadas en los evangelios.  Si el lector las lee y es sincero, dirá las mismas palabras que dijeron aquellos aguaciles. Ningún filósofo, pensador, estadista, etc. habló ni hablará jamás como Jesús.  Son palabras de vida, abundantes en su magnífica sencillez. No se demuestran ni se razonan, sino que penetran y quedan grabadas en el corazón y en la mente del creyente (Juan 20:31; Hebreos 4:12; 10:16,17). 
 
   Todo hombre que oye la voz de Jesús se arrepiente de sus pecados, pide perdón y acepta la salvación que él ofrece, es perdonado, ya que él dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Deja de ser enemigo de Jesús y gozoso llevará este mensaje a muchos (Juan 5:24).
   El mundo lo vio por última vez clavado en la cruz.  Solo los creyentes verdaderos podrán ver al glorioso resucitado cuando vuelva para arrebatarlos,   aquellos que le pertenecen oirán su llamado y estarán con él en la gloria. su Iglesia será llevada al cielo;¿Usted estará allí? (1ª Tesalonicenses 4:16-17).  Beber del agua es creer en su palabra y obedecerla: "Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8) acéptelo como su Salvador.