sábado, 14 de diciembre de 2013

¿SE DEBE CREER EN EL HOMBRE?



“Así ha dicho el Señor: Maldito el varón que confía en el hombre” (Jeremías 17:5). “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31).
  Varios artículos sobre el humanismo y la religión escritos recientemente por filósofos demuestran la tendencia moderna del hombre: creer en él mismo. Creer en el hombre es creer que es bueno, capaz de mejorarse y tender a un estado perfecto, o al menos satisfactorio. Es creer que es posible tener paz en la tierra mediante esfuerzos humanos, que la sociedad realmente está progresando. Pero si bien es cierto que el hombre puede hacer el bien, también debemos reconocer que es capaz de hacer el mal y de hacerlo con esmero. Del tirapiedras al arma nuclear, el hombre no ha evolucionado realmente; incluso es incapaz de abstenerse del mal en la vida cotidiana (Génesis 8:21).
    Desde hace miles de años el hombre trata de buscar por sí mismo una solución. Aspira al bien, al amor, a la paz, pero no puede alcanzarlo por sus propios medios. Por ello hay muchas personas que están desanimadas al medir la distancia entre sus ideales y la realidad. Resistamos a la tentación de buscar apoyo en los hombres. En nuestra actividad profesional podemos contar con la simpatía y la confianza de nuestro jefe o de un compañero de trabajo importante, y podríamos pensar que constituyen una seguridad para nosotros.   
  Entonces nuestra confianza en Dios flaquea y la reemplazamos por la confianza en el hombre (Salmo 118: 6-9). Sin embargo, hay un hombre enviado por Dios que vino a arreglar el verdadero problema de la humanidad; en él podemos y debemos creer. Este hombre, el único que fue justo y perfecto, es Jesús. Él vino a liberar a los hombres de esa fuente de mal que Dios llama pecado, y que conduce a la muerte. Él, el Hijo de Dios, llevó sobre sí el castigo que merecían nuestros pecados, dio su vida por amor a nosotros.  
   Resucitó y hoy ofrece gratuitamente la liberación a todos los que quieran creer en él, se arrepientan suplicando misericordia,  aceptando a Jesús como salvador (Juan 1:29; 3:16).




No hay comentarios:

Archivo del blog