miércoles, 25 de diciembre de 2013

TRABAJAR Y PREDICAR (2 Tes. 3:6-14; Hechos 20:33-35).

Pablo como apóstol dice: “Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros. Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis.
Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno.
A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan. Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien. Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence. Más no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano. Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros. La salutación es de mi propia mano, de Pablo, que es el signo en toda carta mía; así escribo... Amén”.
El servir al Señor demanda amor, dedicación y tiempo; también debe trabajar para sustentar su familia y no ser gravoso a la iglesia (1 Timoteo 5:8; 2 Cor.11:9; 12:14; 1 Tes. 2:9). Debe presentar “gratuitamente el evangelio de Cristo (1Corintios 9:18). Pablo para su sustento hacía tiendas junto con Priscila y Aquila (Hechos 18:3; 1Cor. 16:19). De sus ganancias compartía con el necesitado (Filemón 1:18,19; Efesios 4:28). Ganaba el pan con el sudor de su frente (Génesis 3: 17-19; 1Tes. 4:11,12; 1Corintios 9:6), y no se entrometía en las casas como lo dijo el Señor (Mateo 23:14). Él deja esta enseñanza a la iglesia de hoy y predijo: se levantarán lobos rapaces, que engañarán al rebaño (Hechos 20:29; Mat. 24:24; 2Ped. 2:1-3). 
Cristo a precio de sangre compro su iglesia, por lo tanto nadie tiene el derecho de exigir dinero para predicar su palabra (Mateo 10:8). ¿Quiere usted lector servir al Señor? arrepiéntase, “la sangre de su cruz” lo limpia de su pecado para ser salvo, y entregue gratis la Palabra de Dios.

LA VERDAD SOBRE EL DIEZMO

Este donativo era tomado por los sacerdotes Levitas del Antiguo Testamento. Ellos no trabajaban la tierra por estar ocupados en los sacrificios diarios de animales para el perdón de los pecados. Por otro lado las otras familias a parte de trabajar debían llevar el animal como ofrenda para la adoración a Dios; el diezmo y las primicias para el sostén de los Levitas, amparar al extranjero, al huérfano y la viuda (Hebreos 7:5; Números. 18:21-32; Deuteronomio 14:28,29; 18:1-8).
Hoy ha sido mal interpretado por quienes quieren enriquecerse a costa del hombre ingenuo y desconocedor de la Biblia. Al ofrecerse Cristo en la cruz como ofrenda por el pecado y derramar su sangre para el perdón de los pecados, toda ofrenda de animal termina al igual que el diezmo y muchas otras leyes del Antiguo Testamento; por lo tanto todo aquel que se arrepiente y acepta este sacrificio con fe, Dios no le pide otra cosa, sino una vida consagrada , dándole la gloria solo a Él (Lucas 24:46-47; Hebreos 8:13; 10:1-20; Mateo 26:26-28; Romanos 11:36). Dios si se agrada de quien ayuda al prójimo sin esperar de éste ninguna recompensa. Jesús dijo: “Dalo a los pobres” (Marcos 10:21; Hechos 20:35; Hebreos 13:15-16).
En el Nuevo Testamento se recolectaba ofrendas voluntarias, para ser distribuidas entre los mismos que padecían necesidad, lo cual es el ejemplo para este tiempo y no para ningún abusador (1ª Cor.16:1-4; 2ª Corintios Cap. 8-9). Por lo tanto no engañe, ni se haga robar exigiendo o dando el diezmo. El que quiera anunciar el Evangelio debe divulgarlo sin pedir nada. No hacer de la palabra de Dios un negocio y no vivir de los demás. (1Cor. 9:16-18; 2ª Pe 2: 1-3). Así que, quien desee servir a Dios debe trabajar para su existir, como la hacía Pablo, quien elaboraba tiendas y llevaba la Palabra gratis (Hechos18:1-3; 2ªCorintios12:14,15; Efesios 4:28).

La salvación es gratuita, del mismo modo démosla gratis; de esta manera comprobamos quien es un verdadero siervo del Señor (Mateo 10:8). “¿Cuál es, pues es mi galardón? Que predicando el evangelio presente gratuitamente evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio” (1 Corintios 9:18).

“JESÚS EL BUEN PASTOR”

El Señor Jesús dijo: “Yo soy el Buen Pastor”, tal verdadera moral fue demostrada por Él en el más alto valor cuando caminó en la tierra. “Bien lo ha hecho todo”, dijeron sus seguidores (Marcos 7:37). Él mostraba una perfecta sabiduría y un incansable amor. Sabía hablar a los humildes y contestar sabiamente a los grandes. Era dulce y fuerte a la vez, sin pecado, no tenía descanso, a todos atendía; no exigía dinero, todo la hacía por amor. 
En la Biblia encontramos muchas referencias de hombres que recibieron por el Espíritu Santo el don de Pastor, pero ellos nunca tomaron para si esta gracia. En 2ªPedro 2: 1- 3 afirma, que los hombres con la palabra de Dios por avaricia harán mercadería y muchos seguirán sus engaños. Hombres y mujeres buscan ser pastores y dicen: ¡Soy Pastor! Hoy lo han convertido en un empleo como si fuera una profesión. El apóstol Pablo dio ejemplo de ser un verdadero siervo de Jesucristo, para su sustento económico elaboraba tiendas (Hechos A. 18:3). El deja esta orden: “Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2ªTes. 3:10). El llevar el evangelio era una necesidad para él, siendo distribuida su predicación gratuitamente y la paga por hacerlo era no abusar de ese derecho como apóstol “de gracias recibisteis, dad de gracia (1ªCorintios 9:16-18; Mateo. 10:8). 
Otro mandato más para todos los que quieran compartir el evangelio: “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Efesios 4:28; 2 Tes. 3:6-15). Reconocer a un verdadero Pastor es admirar al Señor Jesús. Creer que su obra en la cruz es suficiente para salvarnos y andar en sus pisadas es confiar totalmente en sus palabras que dan seguridad. Recibir a Cristo como Salvador, es querer aceptar su perdón que nos ofrece.

No llame a otro hombre pastor, apóstol o reverendo; solo al Señor Jesús se le debe el honor de llamarle el “Buen Pastor”; porque murió por nuestros pecados. Solo él da vida eterna y es al único que merece toda clase de reverencia y adoración; (Hebreos12:2; Juan10: 1al 14, 27, 28; Apoc. 1:5-6). Lector lea la Biblia en familia, no asista a sectas donde hay pastores, a ellos solo les interesa el dinero. No entregue a sus niños confiando en ellos, ni aún a los llamados sacerdotes.

EL TEMPLO.

Dios quiso habitar entre los hombres y dio la orden a Moisés que alzara una morada, un tabernáculo de reunión. Fue el santuario móvil construido por los Israelitas bajo las instrucciones dadas en el Monte Sinaí. Más tarde el rey Salomón construyó un edificio no movible. Este templo tuvo validez hasta Cristo; donde él se identificó como templo viviente (Juan 2:19,20; Apoc. 21:22), puesto que el templo de piedra no tendría valor, este sería destruido como muestra de su ineficacia (Mt.24:1,2). Después de la muerte y resurrección de Jesús, la morada de Dios sería todo creyente “Si alguno me ama guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Jn 14: 23). 
El apóstol Pablo, encomendado por el Señor a los que elevaban santuarios para la adoración a sus dioses les exhortó: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay,  siendo Señor del cielo y de la tierra,  no habita en templos hechos por manos humanas” (Hechos 17:24), Hoy la adoración se la puede  hacer en cualquier lugar, Jesús dijo: “Mujer,  créeme,  que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. ...Mas la hora viene,  y ahora es,  cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad;  porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu;  y los que le adoran,  en espíritu y en verdad es necesario que adoren”. (Jn 4: 21-24).
 Ahora el verdadero templo de Dios está en los cielos (Apoc. 15:5; 16:17) y en la tierra es toda persona que toma a Cristo como su Salvador, aquel que clama perdón y acepta que Cristo murió por sus pecados; desde ese momento es casa de Dios, sellado con el Espíritu Santo (Hebreos 3:6; Efesios 1:13).
“¿No sabéis que sois templo de Dios,  y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios,  Dios le destruirá a él;  porque el templo de Dios,  el cual sois vosotros,  santo es” (1Cor 3: 16,17). “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo,  el cual está en vosotros,  el cual tenéis de Dios,  y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio;  glorificad,  pues,  a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu,  los cuales son de Dios” (1Cor. 6: 19,20). Pero cuando se trata de reunirnos como iglesia (todos los salvados) pueden participar dos o tres y en sus casas como lo hacían la iglesia primitiva (Mt 18:20; Hechos 2: 46; 1Cor. 16:19; Colosenses 4:15; Filemón 1,2).              



EL PECADO DE ADIVINACIÓN



“El hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación,  ha de morir;  serán apedreados;  su sangre será sobre ellos” (Lev. 20:27).
    Dios declara que la adivinación es una mentira y que el hombre ha ideado esta práctica con el fin de engañar y obtener ganancias (Hechos 16:16-24).   Nadie puede  señalar el futuro; solo Dios conoce el destino del ser humano.  Por lo tanto, la adivinación siempre será una restricción (levítico. 19:31).
   El versículo inicial nos muestra la severidad de esta prohibición; como hoy no se puede apedrear a ningún practicante de este pecado, Dios en su gracia espera que estas personas se arrepientan o de lo contrario serán juzgadas y lanzadas al infierno. Leer las cartas, el cigarrillo, el horóscopo y otros medios de falsa adivinación se han propagado en el mundo para engañar y desviar a todo hombre de la voluntad de Dios; es más, muchos se creen profetas y dicen que la Biblia los respalda, desconociendo que eso fue en el pasado, donde si existieron los verdaderos profetas. La  profecía fue dada por los ángeles, luego por los profetas y por último la dio nuestro Señor Jesucristo (Hebreos 1: 1,2).  En la Biblia está la profecía más segura; porque es para nuestra salvación y la única que predice el futuro (2ª Pedro 1:19-21; 2ª Timoteo 3:15,16). 
   Lector, no se deje engañar de los que dicen tener profecía, ellos también utilizan la Biblia los cuales son utilizados por el diablo.  Muchos son los arrastrados a estas  sectas ocultistas, que toman a sus víctimas para estafarlas o violarlas, diciendo que son iluminados por parte de Dios.  Los que se dejan llevar por estas predicciones también están en contra de Dios.  No crea  en ésta clase de adivinos, usted ni ellos no entrarán al cielo (Jeremías 27:9; Apocalipsis 21:8). Hoy cambian la palabra de Dios para su provecho, “...las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición (2Pedro 3:16).
  Por toda la práctica anterior, pidamos perdón; aceptemos a Cristo como nuestro Salvador; porque Él murió para perdonar toda clase de  pecados. (Rom 8:1; Heb 10:19,24).                  

LA SALVACIÓN ES DE DIOS



 “Que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” 1Cor. 2:5. “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición” Gálatas 3:10.
     Dios es soberano Salmo 115:3; no tiene que rendir cuentas a nadie Job 33:13, aunque al hombre le gustaría inmiscuirse en los planes de Dios: Naamán, quería ser sanado de su lepra, a su manera: “Yo decía para mí:… Saldrá él luego y alzará su mano y tocará el lugar,  y sanará la lepra” 2 Reyes 5:11.  
    Pero no sucedió nada de eso, tuvo que zambullirse siete veces en las aguas sucias del río Jordán; obedecer a la palabra de Dios era el único método para sanar. El israelita mordido por las serpientes moría en el desierto. Entonces rogaron a Moisés para que pidiese a Dios que quitara las serpientes Números 21:7.  Eso hubiese sido posible, pero Dios había decidido actuar de otra manera.  Él es soberano: “¿Quien le dirá: ¿Qué haces?” Job 9:12.  No destruyó las serpientes, pero puso a disposición el medio seguro para resolver el problema.  Un asta en lo alto con una serpiente de bronce, para aquel que la mirara con fe, no muriera.  La Biblia dice: que ante Dios todos los hombres estamos muertos en  nuestros pecados.  ¿Quién podrá salvarnos? “por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” Efesios 2:8.  Eso significa reconocer que no podemos hacer algo para salvarnos.  Para ser salvos por  fe es necesario creer que Jesús murió por cada uno de nosotros para expiar nuestros pecados.  “El Hijo de Dios… me amó y se entregó a sí mismo por mí” Gálatas 2:20. Naamán se humilló;  los israelitas miraban la serpiente y ¿Usted, lector quiere arrepentirse? Siga este consejo: Confiese su necesidad de salvación y hacerlo con un corazón contrito y humillado Lucas 15:17.
   Reconozca que ha vivido en pecado y que desea ser transformado por el poder de Dios Lucas 15:18.  Debe Creer que Cristo murió por sus pecados; que la virtud de su sangre es suficiente y necesaria para estar perdonado, para que su corazón y su conciencia sean limpios Lucas 15:19. Invoque a Cristo como su Señor y al único a quien en adelante adorará y servirá Romanos 10:13.  Decida obedecer a Dios en todo cuanto él le ordene; renunciado a su mal pasado,  lo que era prioritario para su vida Romanos 6:11-13. 

martes, 24 de diciembre de 2013

“HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE, PARA QUE TUS DÍAS SE ALARGUEN EN LA TIERRA QUE EL SEÑOR TU DIOS DE DA” 5º mandamiento Éxodo 20:12.



“Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no las menosprecies” Prov.  23:22.
    Este quinto mandamiento trata de la relación entre padres e hijos.  La familia es la estructura social más importante de la sociedad; es el escenario en el que un padre y una madre trasmiten la vida y ofrecen a cada hijo los cuidados afectivos y materiales que le permitirán crecer.  Los valores morales y espirituales también son transmitidos en este círculo.
   Un  hijo amado aprende a amar, a vivir con los demás y a compartir.  A cambio de todos los cuidados que recibe el hijo, Dios le pide que honre a sus padres, es decir, que los estime, dignos de amor, de respeto y de atenciones.  Cuanto más armoniosa haya sido la relación entre padres e hijos, tanto más fácil resultará para el hijo honrar a sus padres.  Eso no excluye que surjan ciertos desacuerdos entre generaciones, pero serán superados en mutuo respecto. Desgraciadamente frecuentamos a una decadencia de las relaciones familiares,  consecuencia de una degradación moral y espiritual.  A menudo los niños se mofan de la autoridad paterna, y muchos de los hijos adultos ya no honran a sus padres.  Cada vez más padres envejecen y mueren en la soledad.  En nuestra sociedad, caracterizada por la pérdida de referencias y que rechaza la autoridad, este quinto mandamiento, el único que va acompañado de promesa, es de gran actualidad Ef. 6:1-3.
   ¿Cuál es el resultado de toda la incomprensión en la familia? El no conocer la Palabra de Dios. En Deuteronomio 6:4-9 nos dice que debemos instruir a los hijos en todo momento y en 2 Timoteo 3:16 habla que la escritura es útil para todo.  Jesús dijo que el que oye su palabra y cree en él como su salvador tiene la vida eterna Juan 5: 24.  ¿Cuánto hemos pecado ofendiendo a nuestros padres? Jesús aún por estos pecados murió en la cruz, para todo aquel que se arrepienta, pida perdón y así quede perdonado.  De esta manera honraremos a Dios y a nuestros padres terrenales.
    ¿Por qué no nos instruimos en la Biblia, tanto adultos, jóvenes y niños antes de que Jesús vuelva?

UN INOCENTE PAGÓ LA DEUDA



     Si en la tierra que Jehová tu Dios te da para que la poseas,  fuere hallado alguien muerto,  tendido en el campo,  y no se supiere quién lo mató, entonces tus ancianos y tus jueces saldrán y medirán la distancia hasta las ciudades que están alrededor del muerto. Y los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fuere hallado el muerto,  tomarán de las vacas una becerra que no haya trabajado,  que no haya llevado yugo; y los ancianos de aquella ciudad traerán la becerra a un valle escabroso,  que nunca haya sido arado ni sembrado,  y quebrarán la cerviz de la becerra allí en el valle.
     Entonces vendrán los sacerdotes hijos de Leví,  porque a ellos escogió Jehová tu Dios para que le sirvan,  y para bendecir en el nombre de Dios; y por la palabra de ellos se decidirá toda disputa y toda ofensa. Y todos los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fuere hallado el muerto lavarán sus manos sobre la becerra cuya cerviz fue quebrada en el valle; y protestarán y dirán: Nuestras manos no han derramado esta sangre,  ni nuestros ojos lo han visto. Perdona a tu pueblo Israel,  al cual redimiste,  oh Dios;  y no culpes de sangre inocente a tu pueblo Israel.  Y la sangre les será perdonada. Y tú quitarás la culpa de la sangre inocente de en  medio de ti,  cuando hicieres lo que es recto ante los ojos de Jehová (Deuteronomio 21:1-9).
    Como aquel animal inocente pagaba las consecuencias de un crimen, no había impunidad; así nuestro Señor Jesucristo se hizo cargo de nuestros pecados, un justo por un pecador (Salmos 69:4;1 Pedro 3:18). Alguien debía pagar por nosotros.  Todos nacimos con el pecado original (Salmo 51: 1-5; Rom. 3:23). Por lo tanto nadie está limpio para dar su vida para salvar a otro, aún utilizando algún ritual (Salmo 14:1-2; 49:6-8). En el A. Testamento el animal era una figura de Cristo, éste moría para cubrir el pecado.  En el N.T. Cristo reemplaza este animal, él es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, se entregó por nosotros en obediencia a su Padre, bajó la cerviz, sin pecado (Juan 1:29; Fil. 2:5-11).
  Lector, ¿por qué no baja su cerviz y clama perdón recibiendo a Jesús como su salvador? (Lucas 18:13). El Señor lo está esperando, vaya con fe, ¿Qué espera? Muchos de corazón ya tenemos a Jesús, es nuestro sustituto, el cual pagó nuestra deuda del pecado con su sangre.  Apresúrese para no ir al infierno; porque todo pecado será juzgado.

¡JESÚS MI SALVADOR!



Derramó su sangre en la cruz para el perdón de mis pecados.  Me declaré pecador, Clamé misericordia; por su gracia me perdonó. Lo acepté como mi Salvador,
Y él me dio vida eterna ¡A él se la gloria!
   Después de ésta declaración de un verdadero cristiano que depositó la fe en Jesús dijo a Dios: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” (Salmo 119:18), y Dios le responde: “Ocúpate en la lectura” (1 Timoteo 4:13).  Ahora nos da seis consejos para leer la Biblia:
1. Ore antes de abrir su Biblia: para comprenderla necesita la ayuda del Espíritu Santo (Juan 14:26).
2. Lea su Biblia atentamente: subraye o anote las promesas que le han sido hechas, las órdenes que le han sido dadas y las enseñanzas que le parecen nuevas (2 Pedro 1:4).
3. Lea su Biblia regularmente: alimente su alma cada día con la Palabra de Dios. Recuerde que el mismo Jesús dijo: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).
4. Empiece por los evangelios: no se deje detener por aquello que no consiga comprender inmediatamente; muy a menudo la revelación de Dios es progresiva, es  decir, no entendemos todo a la vez. Es normal que la Biblia contenga misterios que nos superen, pues es la Palabra de Dios (Marcos 4:11,12).
5. Busque a Jesús en la Biblia: ella nos fue dada para ponernos en relación con Dios mediante Jesucristo. Este es el tema central y esencial de la Biblia. El Antiguo Testamento fue escrito para preparar su venida, y el Nuevo Testamento certifica que vino (Juan 14:6).
6. Obedezca al mensaje de la Biblia: toda insumisión y desobediencia a lo que ordena constituye un pecado. Cuando nos dicta una actitud, una conducta, un modo de vida, debemos obedecer, pues nuestra sumisión a la Biblia honra a Dios (Hechos 5:29).
  Que sepamos apreciar el valor de “las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,  enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:15-17).

Archivo del blog