miércoles, 25 de enero de 2012

UN MUNDO SALVAJE

     “Se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia” (Gén. 6:11).
     Desde el primer asesinato de la historia, el de Abel, cometido por su hermano Caín, la violencia caracteriza a la especie humana.  Luego la crucifixión del Señor Jesús es el ejemplo más crudo (Salmo 22:1-18; Mateo 26:47-68).  Cuando Dios destruyó el mundo antiguo por medio del diluvio, la tierra estaba “llena de violencia”.

   Hoy está poblado por la misma raza de hombres detestables, que se odian unos a otros (Tito 3:3).  Todos queremos vivir en armonía, amándonos y ayudándonos unos a otros; pero las pasiones, la ambición, el orgullo y el egoísmo enfrentan una persona con otra, familias contra familias, clases sociales contra clases sociales y naciones contra naciones. La rueda de la violencia no cesa de moverse.  Jesús “El Príncipe de paz” (Isaías 9:6), volverá; apartara a los suyos. En su primera venida vino  como Salvador; en su segunda venida, juzgará las intenciones del corazón del hombre; así que nadie   podrá ocultar nada,  pues aún los elementos de la tierra serán destruidos.

    Jesús lloró por la ingratitud de la gente (Juan 11:35; Lucas19:41; Hebreos 5:7).  Fue perseguido (Juan 3:19-21; 15:18-20). Insultado y burlado (Mateo 26:67; 27:26-31). Si al Hijo de Dios se lo rechazó ¿Cómo podemos decir que este mundo no tendrá un juicio? Ser indiferente a la persona que se entregó por nuestros pecados, es uno de los mayores pecados, pues se  rechaza al dador de la vida.

    La vida de la fauna queda pequeña a la selva de cemento en la que vive el hombre.  ¿Usted ha puesto un grano de arena para solucionar  la desgracia que sufre este mundo? ¿Ha minorado el caos en el que vive su casa? ¿Comparte la palabra de Dios? pues es ella la que lo ayudará a no vivir como lo hace el hombre sin Cristo. Tome a Cristo como su Salvador, él le ayudará a estar en pie, y lo cuidará de este mundo salvaje. 

MARCOS

“Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” Marcos 10: 45.

Marcos fue oyente de Pedro, presenta a Jesús como el Siervo Sufriente de Dios Isaías 53:7; en lugar de exigir homenaje, pompa y grandeza “se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz” Filipenses 2:7,8. De esta forma puso su vida en “rescate por “muchos”. Los rescatados se llaman “muchos” no para excluir a otros; sino para dar la oportunidad a “todos” 1ª Tim. 2:6.

Tenemos que recalcar que el confiar en las buenas obras de caridad para la salvación de nuestras almas es inútil; “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” Romanos 3:20. “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas” Gálatas 3:10. No hay hombre perfecto, más son nuestros pecados que las virtudes “No hay justo, ni aun uno” Romanos 3:10; “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” Santiago 2:10. 

 Por esta razón el Señor Jesucristo siendo perfecto fue a la cruz “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)”Gálatas 3:13. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” Efesios 2:8,9.

No confié en la iglesia y en sus tradiciones ellas no salvan, la obra perfecta de Jesús en la cruz del Calvario tiene el poder de salvarnos, siempre y cuando usted se arrepienta de sus pecados, clame perdón, misericordia y acepte a Cristo como su Salvador, para estar dentro de los “muchos”.
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LA HOSTIA O EL PAN

“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mateo 26:26-28; 1ª Cor. 11:23-27).

¿Quiénes tienen este derecho a participar del pan y la copa? Todos aquellos que se arrepintieron y clamaron perdón por sus pecados y aceptan por fe a Jesús como su salvador. En el pan recordamos el cuerpo de Cristo que fue molido por nuestros pecados, él siendo perfecto cargó con nuestras culpas (Isaías 53: 3-8; 2ª Cor. 5:21).
Con la copa que contiene vino conmemoramos su muerte; sangre derramada en la cruz para la limpieza de nuestros pecados (Ef. 1:7; Col. 1: 14, 20; Heb. 9:12; Apoc. 1:5; 7:14).
Cuando Jesús habla de un nuevo pacto, cada creyente al tomar de estos dos elementos confirma y está seguro que Jesucristo murió por sus pecados; que él es su único y suficiente salvador. Ninguna obra humana se puede aumentar para la salvación de su alma, solo este sacrificio es válido “consumando es” (Juan 19:30) fueron sus últimas palabras.

La celebración de la Cena del Señor en la tierra, es un anticipo de la participación santa de las bodas del Cordero en el cielo, donde no entrará ninguna cosa inmunda (1ª Cor. 11:23-32; Apoc. 19:7-8; 21.27). “Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira” (Apocalipsis. 22:15).

Todo hombre redimido, con gratitud celebra en el día domingo, primer día de la semana, ésta invitación ofrecida por Jesús, “dos o tres” como dice la escritura (Hechos 20:7; Mateo 18:20). La orden es comer de un solo pan, y beber un poco de vino, no es con varias hostias; porque Jesús dijo: que él era “el pan de vida” (Juan 6:35, 48, 50,51). Pablo lo confirma, “Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan” (1ª Cor. 10:17), examinando sus pecados para no ser disciplinado por el Señor, participa hasta que él venga (1ª Cor. 11: 26-30; 1ª Tes. 4: 16-17).
Lector, no es mentira lo que dice la Biblia, por favor apresúrese, de corazón obedezca al llamado de Jesús; porque muchos se han excusado (Lucas 14:15-24).

EL SERMÓN DEL MONTE 1ª bienaventuranza -

    “Bienaventurados los pobres en espíritu,  porque de ellos es el reino de los cielos”  Mateo 5:3.
    Este versículo se refiere a Jesús.  Lo toma para si mismo; el Altísimo se humilló por nosotros, se hizo hombre (Filipenses. 2:5-8).  El da ejemplo en su propia vida. Siempre dependió de su Padre. Era rico pero se hizo pobre por nosotros “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo,  que por amor a vosotros se hizo pobre,  siendo rico,  para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”(2 Corintios 8:9). 

    Para nosotros: Como hemos notado, Jesús comienza con lo espiritual. Es la parte más importante del hombre (1Tes. 5:23). Pero es lo que más descuidamos.  La verdadera bendición se vincula con el reconocimiento de nuestra necesidad espiritual. “afligido yo y necesitado” escribió David (Salmo 34:6).  Es el grito  de necesidad y dependencia. “Bartimeo el ciego… estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno,  comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús,  Hijo de David,  ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase,  pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David,  ten misericordia de mí!”… (Marcos 10:46-52).  Jesús se detuvo  y lo sanó. Al contrario el rico orgulloso y auto suficiente, huyó vacío (Marcos 10:17-22). “A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos” (Lucas 1:53), “… ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios,  a los que confían en las riquezas!” (Marcos 10:24).  Aún el indigente debe clamar perdón.

     El deseo de clamar misericordia hace a la persona pobre de espíritu, entonces el señor actúa y da su consuelo. “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú,  oh Dios” (Salmo 51:17).  Para ser bienaventurados, aceptemos lo que Jesús hizo en la cruz para salvarnos.  Arrojemos nuestros pecados a él, diciéndole perdóname, entonces soy bienaventurado.

COMO SE ACERCA DIOS AL HOMBRE

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:1,2).

Dios se revela a todo el mundo mediante el testimonio de la naturaleza (Salmo 19:1). Muchas religiones ancestrales han guardado la huella de un Dios creador, de un Dios supremo que está por encima de todos. Pero ¿quién puede conocerlo? Las tradiciones religiosas dan testimonio de que esta sed de Dios está en cada ser humano. A menudo resaltan esa necesidad, tan arraigada en nosotros, de ser liberados de nuestra culpabilidad. Pero los esfuerzos de la sabiduría humana siempre han mostrado su ineficacia (Romanos 1:18-23).
Dios se dio a conocer al pueblo hebreo por medio de los profetas, los israelitas de su parte creyeron a medias. Se reveló como él único Dios y el Dios viviente que interviene en la vida de los seres humanos. Por último Dios se apareció a los hombres en la persona de Jesucristo, su Hijo unigénito “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1Timoteo 2:5)
Él mismo vino a visitar nuestra humanidad hundida en la miseria y el sufrimiento. El cristianismo, o cualquier otra religión no es el acercamiento del hombre a Dios, sino el de Dios al hombre. Dios se acerca a todo aquel que pone su confianza en Jesús, quien sufrió en la cruz para llevarnos a Dios. Y así, por la fe, en un arrepentimiento genuino, el pecador pide perdón aceptando a Jesús como su Salvador, para luego demostrarlo con hechos, de que lo ama y quiere vivir para agradarle en todo.


El problema por parte de los hombres, es tomar su propio camino para llegar a Dios, sin entender que “Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 16:25). Y que Jesucristo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Por favor, aceptemos primero a su Hijo, para luego llegar al Padre (Juan 3:16).

¡STOP - ALTO!

   “Espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios” (1Samuel 9.27). “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7).

   El código de circulación obliga a detenerse cuando se encuentran ante la señal <>.  El saltarse un pare puede ocasionar trágicas consecuencias.  Las prohibiciones que hay en la Biblia tienen el mismo valor que la señal de <>. Sin embargo, hoy en día mucha gente considera que las órdenes terminantes de la Palabra de Dios son medidas inútiles, prohibiciones pasadas de moda u obligaciones insoportables. Al quitar los semáforos. Todo el mundo pasaría por los cruces como quisiese.  ¡Un enorme caos! Al cambiar la orden de Dios, por la unión libre, la inmundicia de relaciones contra la naturaleza, etc. también es fatal “pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres,  dejando el uso natural de la   mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros,  cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres,...” (Romanos 1:26,27).  

    Dios establece prohibiciones, y si las ignoramos sufriremos las consecuencias.  Dios nos ama y nos lo demostró al enviar a Jesús: la gracia que salva al pecador, que le da vida y luego le enseña cómo vivir. Jesucristo murió en una cruz por nuestros pecados, al colocar nuestros ojos en él con fe, hacemos un alto en nuestra vida; de un arrepentimiento genuino depende nuestra salvación eterna, de lo contrario el choque es inevitable. “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios,  Dios los entregó a una mente reprobada,… estando atestados de toda injusticia, fornicación,... sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios,  que los que practican tales cosas son dignos de muerte,…” (Romanos 1:28-32).  Preguntémonos, ¿Qué vida llevo? ¿Cuántos comparendos tengo? ¿Con cuántos pecados seré juzgado?       

“¿QUIERES SER SANO?”(Juan 5:1-16)

*“Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer; no tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida” (Salmo 142:4).
*“La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres” (Tito 2:11).

En el primer versículo Jesús pregunta. En el segundo vemos un hombre abandonado a sí mismo. El capítulo 5 del evangelio de Juan nos presenta estos dos aspectos. Cerca del estanque de Betesda en Jerusalén, muchos lisiados y enfermos esperaban la curación. De vez en cuando un ángel venía y agitaba el agua, y el primero que descendía al estanque era sanado. Alguien se acercó a un hombre enfermo desde hacía 38 años y le preguntó: “¿Quieres ser sano?” Ante una pregunta tan lógica, el hombre expresó: “No tengo quien me meta en el estanque...”. No hay quien me ayude.

Su situación parecía no tener salida, pero el que estaba junto a él era el Hijo de Dios. Jesús le dijo: “Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo”.
Esta escena fue maravillosa para ese hombre, pero también lo es para todos nosotros. En el tercer versículo, Dios ofrece un remedio, aquella situación sin salida representa la de todo hombre que está en su miseria moral ante Él; no puede salvarse por sí solo. Necesario es que Jesucristo pase cerca de nosotros, el puede liberarnos del pecado. Él llevó sobre sí mismo en la cruz el juicio de Dios que merecían todas nuestras faltas (Marcos 15:34; 2ª Cor. 5:21). Hoy también nos ofrece su perdón a todos los que quieren ser sanados.

Al igual que este hombre, reconozcamos nuestra miseria y aceptemos de Dios la ayuda, el perdón de nuestros pecados; también se complace en curar nuestros malos pensamientos. Aún la salud física es sanada, solo necesitamos la oración con fe, clamando perdón y aceptando a Jesús como nuestro Salvador (Romanos 5:1; 10: 8-10; Santiago 5:15; Lucas 17:11-19).
Lector ¿Quiere responder sí al primer versículo?

“NO TENDRÁS DIOSES AJENOS…” 1º mandamiento-Éxodo20:2

“Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más” (Isaías 45:21-22).

¿A quién dirige Dios este mandamiento? A su pueblo, los hebreos, quienes algunos siglos antes, para huir del hambre, se refugiaron en Egipto. Allí pasaron a ser esclavos y trabajaron muy duro construyendo ciudades. Pero Dios vio el sufrimiento de su pueblo y lo liberó de un modo espectacular de aquella esclavitud. Conducido por Moisés, el pueblo emprendió un largo viaje hacia el país de Canaán.

Los demás pueblos estaban esparcidos adorando a sus propios ídolos. Un motivo más para promulgar el mandamiento “No tendrás Dioses Ajenos delante de mí”. ¿Qué aplicación podemos hacer hoy en día? Ahora el pueblo de Dios, la Iglesia, está formado por todos aquellos arrepentidos de sus pecados, los que aceptaron a Jesús como su Salvador. Así como Moisés fue el guía para el pueblo de Israel, hoy Jesús es el que conduce a su iglesia, al Canaán celestial, el cielo. La muerte y la resurrección de Jesucristo, el Hijo de Dios, fue la maravillosa solución para liberar de la esclavitud del pecado a todos los que ponen su confianza en él. Para los que colocan la fe en otros dioses como imágenes de madera, yeso, etc. artistas,… tendrán el mismo destino que tuvieron la gente dispersa en la torre de Babel; pues sin Dios tendrán un destino fatal, el infierno. Hoy cada persona habla su propio lenguaje y pone su confianza en sus propios dioses.

Dios recuerda a todos el poder que ha empleado para liberar al pecador. El Dios todopoderoso ama al hombre y desea de él, tener el primer lugar en cada corazón. Él como un Dios vivo, quiere establecer una relación con el ser humano. Podemos hacer la más fácil, tan solo creerle y aceptarle. Jesús les dice: “Creéis en Dios, creed también en mí” (Juan 14:1).

MATEO

ESTE ES JESÚS,  EL REY DE LOS JUDÍOS (Mateo27:37).
   El Espíritu de Dios dirigió a Mateo a presentar al Señor como Rey.  Un descendiente de David y de Abraham, así que Jesús es el Rey y Salvador nombrado por Dios para Israel. Como rey: “Y llamarás su nombre Emanuel” y como Salvador: “Porque  él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21,23).

   El Rey tuvo una bienvenida que apuntaba a sus sufrimientos; los magos de oriente “postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y  mirra” (Mateo 2:11). El oro: habla de su gloria antes y después de su resurrección. El incienso: fragancia, la hermosura de su santidad. La mirra: habla de su sepultura, su muerte. El Gran Creador del universo descendió del cielo para vivir con la humanidad, para buscar y salvar a pecadores perdidos. (Juan 1:3,14; Lucas 19:10).

    En su gracia “a los suyo vino, y los suyos no le recibieron.  Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan1:11-12). Como su  pueblo lo rechazó; entonces se dirige a nosotros los gentiles.

     Jesús envió un mensajero delante de él.  Juan Bautista se presenta con ropa humilde y con un lenguaje sencillo diciendo: ¡ARREPENTÍOS!  Vuelvan de sus pecados, cambien de dirección; su arrepentimiento debe producir frutos buenos.  Jesús volverá y a muchos les dirá: “Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? ...Entonces el rey dijo...:Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera;  allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo. 22:12-13). Muchos creen ser hijos de Dios. Lector, no se descuide, antes de aquel juicio, tome a Jesús como su SALVADOR y SEÑOR, ya que solo en Jesús y en su sacrificio hay perdón y salvación (Salmo 132:16; Isaías 61:10; Zacarías 3:3-5; Apocalipsis 3:4,5; 19:7,8) ¿Un Rey que muere por usted y resucitó para nuestra salvación, no es digno de admiración, adoración y entrega?  

EL PRINCIPIO DE LA SABIDURÍA, ES EL TEMOR A DIOS (Proverbio 1:7).

*“No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme” (Jeremías 9:23-24)
“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33.3).

*En el primer versículo reconozco el juicio por el tengo que pasar por mi pecado, entonce soy temeroso, allí es cuando me arrepiento y acepto a Cristo como mi Salvador. El doblegarme me hace sabio “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido” (Lucas 4:11). Antes de morir doblo rodillas ante el Nombre de Jesús, y confieso con mi lengua que el es mi Señor (Filipenses 2: 10-11).

*En el segundo observo que la sabiduría, la valentía y las riquezas no son nada, La Biblia dice de la sabiduría: “Por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos” (Isaías 29:14). De la valentía dice: “porque valiente tropezó contra valiente, y cayeron ambos juntos” (Jeremías 46:12). De las riquezas: “El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad” (Eclesiastés 5:10). El que se gloría gloríese en Jesús. Obedecer la voz de Dios lo hacen sabio.

*El tercer versículo habla de clamar perdón y aceptar su palabra; así el Señor responde. En adelante el Espíritu Santo nos enseña lo que él quiere darnos para entender y conocer más de Jesús, como dice al final del versículo de Jeremías.
Por nuestra ignorancia, no conocemos la gracia y la fe que debemos depositar para nuestra salvación. En Jesús y su sacrificio en la cruz encontramos la vida eterna; pues ahí somos sabios. Bien dice Dios: “El fruto del justo es árbol de vida; Y el que gana almas es sabio” (Proverbios 11:30). La Biblia está llena de muchas revelaciones verdaderas que ella declara para eliminar todo argumento humano (2ª Tim. 3:16,17; 1ª corintios1:18-31).

“EL DÍA DEL SEÑOR VENDRÁ COMO LADRÓN EN LA NOCHE” (2ª Pedro 3:10).


Este día comienza cuando el Señor apartará a todos los que depositaron su fe en Jesús y su sacrificio en la cruz del Calvario, para llevarlos a las nubes y protegerlos del juicio venidero (1Tes. 4:16-17).

Entre tanto que llega ese instante del rapto, en el día Domingo llamado día del Señor, los que tenemos el nuevo nacimiento, o sea los arrepentidos, los que hemos clamado perdón y aceptado a Jesús como nuestro Salvador; partimos con gozo el pan y bebemos de la copa. Un acontecimiento único de muy pocos; agradecidos por el rescate que Jesús hizo de nuestras almas, momentos de gloria para todos los redimidos, recordamos el triunfo del Señor.


El domingo resucitó (Juan. 20:1-10); apareció a los discípulos (Juan 20:19); luego ellos lo celebraban “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba,...”(Hechos 20:7). Muchas otras actividades las realizaban en este día (1ª Cor. 16:1-2). La orden de partir y comer del pan y tomar el vino, permanece hasta su regreso (Mt. 26:26,27; 1Co.11:23-26).


El día domingo es el primer día de la semana de los creyentes. Jesús está en medio de la iglesia, lo dedicamos a él, pues merece lo primero; reunidos recordamos su muerte, le alabamos y oímos su palabra hasta que él venga. Cuando Cristo venga a las nubes, el periodo de la iglesia termina, ella sube a los cielos; los siguientes siete años serán de grandes calamidades para el mundo, la gran tribulación (Apoc. Cap.6-19). Luego su aparición personal tendrá lugar al bajar a la tierra, para dar juicio a las naciones, día terrible (Mateo 16:27). “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (Mt. 24:30).

Lector venga a Jesús, él y nosotros lo estaremos esperando, celebremos juntos esta hermosa salvación (Hebreos 10:25; Mateo 18:20

¿BAJO LA LEY O BAJO LA GRACIA?

“Por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20).
“El hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo”.
“Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá” (Gálatas 2:16; 3:10-11).

 
Dios proponía al hombre, si obedecía a sus mandamientos, un mundo, sin corrupción; un mundo en donde triunfase la paz, la justicia, el amor… Pero, ¿qué sucede? Cada uno vive para sí, se rebela contra la autoridad. ¿Por qué? Porque el hombre, no puede cumplir la ley de Dios. “Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado”. “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago”. “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí” (Romanos 7:15,21). ¿Y por qué no puede cumplirla? Por el pecado “De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí” (Romanos 7:17).
La ley de Dios condena las violaciones de los hombres (Gálatas 3:10). Pero Dios nos da una salida: refugiarnos en Jesús. Él llevó la maldición que tenía la ley que condena al hombre.
El que pertenece a Cristo tiene el privilegio de estar bajo la gracia (Romanos 6:14); entonces puede cumplir la nueva ley que Jesús ordenó por medio de la ayuda del Espíritu Santo (Romanos 8:2-4; Gálatas 2:19-20), e incluso, por amor, ir más allá. Esta ley está grabada en el corazón del creyente (Hebreos 10:16-17).
Con Cristo al arrepentirnos y aceptar con fe, que él murió en la cruz por nuestros pecados, no hay ninguna otra obra  de la ley que supere este don para salvarnos “Porque por gracia sois salvos…” (Efesios 2:8-9). 

La ley no perfecciona al hombre (Romanos 8:3; Hebreos 7:18,19).