sábado, 14 de diciembre de 2013

“NO HABLARÁS CONTRA TU PRÓJIMO FALSO TESTIMONIO” 9º mandamiento Éxodo 20:16



   La sociedad pide testigos para un accidente, para un juicio ante el tribunal, para un casamiento… Los testigos sirven para colmar la veracidad de un hecho.    
 Sus declaraciones son fundamentales para determinar la responsabilidad de una persona, para orientar las investigaciones hacia el autor de un robo o de un crimen.  Es muy importante que el testimonio sea fiable y que refleje exactamente la realidad. El noveno mandamiento de la ley de Dios condena firmemente el falso testimonio, el que falsifica la verdad, el basado en la mentira, independientemente del motivo que lleve al testigo a darlo así, ya sea para perjudicar o para favorecer. ¡Cuántos errores judiciales, reputaciones manchadas, inocentes condenados y culpables disculpados debido a falsos testimonios!
   A lo largo del proceso de Jesucristo, el más injusto que haya existido, varios testigos dieron falso testimonio contra él “aunque muchos testigos falsos se presentaban.  Pero al fin vinieron dos testigos falsos” (Mateo 26:60). “El Señor aborrece… el testigo falso que habla mentiras” (Prov. 6:16,19), incluidas las medias  mentiras.  Él espera que día a día los hombres rechacen la mentira y digan la verdad cuando hablen con su prójimo; testimonio que no pasará desapercibido.  “Desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo” (Ef. 4:25).
   ¿Quién no ha caído en este pecado? Pues la Biblia declara que todos somos pecadores (Romanos 3:10).   
    Por lo tanto querido lector, una sola mentira hace que tengamos un juicio; porque con un solo pecado nos hacemos trasgresores de todos (Santiago 2:10).  Así que su salvación esta hoy en sus manos, solo queda clamar perdón y aceptarla con fe, creyendo en el sacrificio de Cristo en la cruz, así quedan borrados todos sus pecados ¿”Cómo escaparemos nosotros,  si descuidamos una salvación tan grande?…” (Hebreos 2:3). “Dios es amor” (1 Juan 4:8), pero también es el Dios de verdad (Salmo 31:5).  Su Hijo juzgará a las naciones.  ¡Arrepintámonos ya!



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