martes, 24 de diciembre de 2013

¡USTED ESTÁ INVITADO!



 “Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse…” Lucas 14:16-18.
     Se había organizado una gran cena para muchos invitados, toda gente honorable, pero muy ocupada en sus asuntos. Uno había comprado un campo y quería verlo, otro un par de bueyes y quería probarlos, otro acababa de casarse. Demasiado ocupados, los invitados rechazaron amablemente la invitación. Quizás en otra ocasión… ¡Pero no habría una segunda oportunidad! El señor de la casa había hecho grandes preparativos, los cuales habían exigido sacrificios. La bondad manifestada hacia sus invitados era grande. ¡Rechazar su invitación era, pues, una ofensa imperdonable! Y las razones que éstos daban carecían de valor.
     Esta historia ilustra la invitación que Dios hace a cada uno de nosotros: ¿Quieres venir a mí para ser salvo? Dios le urge a responder afirmativamente. Le ofrece la paz, la salvación, la vida eterna y la felicidad junto a él.  Este lugar lo adquirió   para usted al precio del sacrificio de Jesucristo, su Hijo amado. De todos modos la casa se llenará, quizá de gente pobre, ciega, minusválida, es decir, de todos los que reconocen su culpabilidad y depositan su confianza en Dios.  
 ¿Qué sucederá con los primeros invitados? Un día se encontrarán con una puerta cerrada. Cuando digan: “¡Señor, señor, ábrenos!”, el Señor de la casa les responderá: “De cierto os digo, que no os conozco” (Mateo 25:11-12).  Hoy que estamos vivos el señor nos dice: “Aún hay lugar” para ti Lucas 14:22.  Con  fe  aceptemos el sacrificio de Jesús para nuestro perdón, recibámoslo como salvador,  arrepentidos de todos nuestros pecados, somos salvos del juicio venidero.
   Jesús es aquella víctima sacrificada por nosotros: “De cierto,  de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre,  y bebéis su sangre,  no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre,  tiene vida eterna;  y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida,  y mi sangre es verdadera bebida” (Juan 6:53-55).  Lector, venga, acepte la invitación,  crea en él.

No hay comentarios:

Archivo del blog