sábado, 20 de noviembre de 2010

LA ADORACIÓN A LAS IMÁGENES

“Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis participantes con los demonios” (1Cor.10:20).
El versículo anterior alerta que el inclinarse ante las imágenes se lo hace ante el Diablo (Lucas 4:6-7). Muchos viven en esta idolatría, entonces Satanás les ayuda en sus deseos. “Los ídolos de las naciones son plata y oro, obra de manos de hombres. Tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven; tienen orejas, y no oyen; tampoco hay aliento en sus bocas. Semejantes a ellos son los que los hacen, y todos los que en ellos confían” (Salmo 135:15-18).

Muchas de ellas son de madera “Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia”. “…Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se caliente, y dice: ¡Oh! Me he calentado, he visto el fuego; y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú” (Isaías 44: 14-17). El pintar retratos religiosos, Dios advierte: “No haréis para vosotros ídolos…ni pondréis en vuestra piedra pintada para inclinaros a ella; porque yo soy el Señor vuestro Dios”, “…No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” (Lev 26:1; Éxodo 20: 3-5).

Cargar en los hombros una imagen no es sacrificio agradable a Dios. ¡Cuidado! la Biblia dice: “¿A quién me asemejáis, y me igualáis, y me comparáis, para que seamos semejantes? Sacan oro de la bolsa, y pesan plata con balanzas, alquilan un platero para hacer un dios de ellos; se postran y adoran. Se lo echan sobre los hombros, lo llevan, y lo colocan en su lugar; allí se está, y no se mueve de su sitio. Le gritan, y tampoco responde, ni libra de la tribulación. Acordaos de esto, y tened vergüenza; volved en vosotros, prevaricadores” (Isaías 46:5-8).

Lector doblemos rodillas ante el Nombre de Jesús, pidiendo perdón y aceptemos su sacrificio de cruz; puesto que así hallamos el camino para nuestra salvación y no por medio de las imágenes (Fil. 2:9-10).

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