sábado, 20 de noviembre de 2010

JESÚS RECHAZADO

“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:11-12). “Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís” (Juan 5:43).

La Biblia nos muestra que los hombres siempre rechazaron y aislaron al Señor Jesús. ¡Qué duro debió ser para nuestro Salvador vivir 33 años como hombre en la tierra y sentir siempre ese desprecio! ¡Qué dolor para el corazón del Salvador, quien siempre daba amor y bondad, cosechar sólo odio y rechazo!
Cuando nació en Belén, María lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, “porque no había lugar para ellos en el mesón” Poco después José tuvo que huir a Egipto con el niño y su madre, porque Herodes buscaría “al niño para matarle”. Al principio de su ministerio, Jesús hablaba con palabras de gracia. Sin embargo, sus conciudadanos se enojaron con él, y llenos de ira “le echaron fuera de la ciudad” (Lucas 4:29). Este rechazo también se expresa en las parábolas de las diez minas y de los labradores malvados: “sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros” (Lc 19:14). “Mas los labradores, al verle, discutían entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra. Y le echaron fuera de la viña, y le mataron” (Lc 20: 14-15). Como colmo de su rechazado “le llevaron para crucificarle… y le crucificaron” (Mat 27:31; Jn 19:18).

Se podría decir mucho más del rechazo que sufrió Jesús. Pero Dios ahora se interesa por usted ¿Se enoja con quien le habla de Jesús? ¿Destruiría este folleto por no atender el llamado que Cristo le hace para salvarle de la condenación eterna? ¿No acepta que tan solo por fe, arrepintiéndose de sus pecados y clamando perdón usted obtiene la vida eterna? ¡Cuidado! Su indiferencia hacia Cristo es igual que aquellos que odiaban a Jesús. No rechace a Jesús, acéptelo como su salvador.

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