sábado, 20 de noviembre de 2010

EL VICARIO DE CRISTO

“Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos concuerdan” (1ª Juan 5:7-8).

En el antiguo Testamento quienes hacian las veces de representantes de Dios, eran los sacerdotes de la Tribu de Levi, solo ellos tenían este privilegio y debían “ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo”. En el Nuevo Testamento, Jesús al ofrecerse como ofrenda por nuestros pecados, queda abolido todo cargo y oficio sacerdotal dado por Moisés (Hebreos 7:12-28).
El Señor Jesucristo después de su muerte y resurrección, se presenta como Gran Sumo Sacerdote ante su Padre, y envía como su delegado a este mundo al Espíritu Santo, “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (Juan 14:16). “Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26). Por lo tanto el Papa, o cualquier otro supuesto ministro, no son los representantes en la tierra de Jesucristo o de los Apóstoles, esto fue invento del hombre.
La Biblia dice: todo aquel que se arrepiente, pidiendo perdón y acepta a Jesús y su sacrificio de cruz para su salvación, es perdonado; que de inmediato Dios lo ordena como sacerdote, sellado para ser templo del Espíritu Santo, quien nos guía a vivir en santidad, con el privilegio de orar con toda libertad e interceder por otros en cualquier lugar, sin ningún mediador, puesto que Jesús en el cielo es el directo intercesor ante Dios por nosotros (Lucas 24: 46–47; Efesios 1:13; 1ª Cor. 6:19; Juan 16:13; 1ª Pedro 1:2; Hebreos 12: 14; 1ª de Pedro 2: 5, 9; Juan 14:16; Mateo 6:6; Colosenses 1:9; Romanos 8: 34; Hebreos 10:19-25).

El Espíritu Santo intercede por nosotros, y a través de la Biblia, es quien glorifica a Jesucristo (Romanos 8:26; Juan 16: 14). Recomendamos leer las citas bíblicas.

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