miércoles, 23 de octubre de 2013

YO SOY LA LUZ DEL MUNDO


    Dijo Jesús: “El que me sigue,  no andará en tinieblas,  sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). 

    Los discípulos de Jesús deben seguirle y andar en Su luz (1ª Juan 1:7).  Ahora en su ausencia corporal de Jesucristo, los creyentes somos luces, para hacer brillar aquella luz  (Juan 9:5; Hechos 13:47).  La luz revela claramente todo (Efesios 5:8-14).  Los creyentes son hijos de luz.  Debemos ser testigos activos para nuestro Señor al mundo entero.

     Dos cuadros se dan en Mateo 5:14: “Vosotros sois la luz del mundo;  una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder”. Esto sugiere nuestro testimonio como ciudadanos de la ciudad y reino celestial (Efesios 1:3).  Somos resucitados juntamente con Cristo (Efesios 2:6).  Esto es lo que el “monte” puede presentar, un lugar muy alto del cristiano.  Porque estamos “en Cristo” y El está “en nosotros”, la ciudad de Dios no se puede esconder.  Como luces debemos mostrar Sus alabanzas (Hebreos 13:15;
1ª Pedro 2:9). Una lámpara habla de nuestro testimonio personal, su  propósito es de dar luz a todos los que están en casa.  Dondequiera que vivamos testifiquemos, debemos permitir que brille la luz de Cristo a través de nosotros.  Pero hay una advertencia aquí también.  No debemos esconder nuestra luz debajo de un almud o canasta; esto sugiere que no debemos permitir que las cosas del mundo, negocios, placer etc. apaguen nuestro testimonio para el Señor. En Marcos 4:21 añade una cama que habla de una vida de pereza, sin predicar el Evangelio.  Esto tampoco debe estorbar nuestro testimonio para Cristo (1ª Tes. 5:5-8).

    ¿Cómo hacemos brillar nuestra luz? Agradando al Señor con nuestras vidas,  ¿Dónde está su lámpara, está su luz en su lugar, Brilla con fulgor? Consideremos cómo Juan el Bautista era una antorcha que ardía y alumbraba para su Señor (Juan 5:35). Entonces los hombres reconocerán que pertenecemos a nuestro Padre celestial y le alabarán cuando obedezcamos Sus mandamientos.

   Jesús la luz del mundo, dejó de brillar en  la cruz del calvario, porque allí toma nuestros pecados (Gálatas 3:13). ¿Cómo no estar agradecido para  pedir perdón y tomarlo como Salvador? Él da luz  eterna a todos los que creen en él.


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