miércoles, 23 de octubre de 2013

“VENGA TU REINO

“El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” Romanos 14:17

    Sí, Señor, que “venga tu reino” Mateo 6:10.  Esta oración sube espontáneamente de nuestros corazones cuando oímos hablar de guerras y de presión.  Deseamos que llegue el reino de Dios. De todas maneras, no nos equivocamos, esto ocurrirá antes de que sea juzgada la actual humanidad.  El Señor apartará únicamente a los verdaderos cristianos antes del juicio ¿Esta oración sólo es válida para el futuro? No, pues ya tiene un alcance presente. 

   Aquel que se somete a Cristo entra desde ese momento en una nueva esfera moral: el reino de Dios, su nombre es anotado en el libro de la vida; empieza a gozar de sus bendiciones: “Justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. ¡Entrar en el reino de Dios es renunciar a nuestra propia independencia! Es un paso difícil de tomar, porque la autoridad del Señor rompe en mil pedazos el trono de nuestro yo, destrozando así nuestro terco deseo de gobernarnos sin Dios.  Pues en lugar de vivir para nosotros mismos, siempre insatisfechos, somos felices viviendo para el Señor Jesús Cristianos, ¿deseamos que el Señor nos guíe? ¿Se lo pedimos cada día? Si es si, entonces su Espíritu nos dará a conocer y hará que amemos las Santas Palabras, las leyes del reino de Dios y nos hará capaces de ponerlas en práctica; así disfrutamos ya del reino de los cielos. Venga tu reino es para los  salvos y los que están próximos a reconocer que están perdidos y claman misericordia creyendo que la sangre de Jesús fue derramada para el perdón de sus pecados.  Esta es la primera oración oída por Dios, cuando se la hace de corazón.
 
  Existe dos verdades en los siguientes versículos; uno muestra al hombre estar perdido y el otro  salvo: “No todo el que me dice: Señor,  Señor,  entrará en el reino de los cielos,  sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” Mateo 7:21.  Son muchos los que repiten Señor, Señor. Y los que obedecen son pocos: “Con Cristo estoy juntamente crucificado,  y ya no vivo yo,  mas vive Cristo en mí;  y lo que ahora vivo en la carne,  lo vivo en la fe del Hijo de Dios,  el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” Gálatas 2:20. ¿De qué lado está usted?

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