jueves, 24 de octubre de 2013

LOS DOS CIMIENTOS Mateo 7: 24-27

Jesucristo nos habla de dos constructores, el Sabio y el Necio, y sus fundamentos. El sabio se preocupó mucho en encontrar una roca firme para un fundamento. Antes de comenzar a construir para arriba miró hacia abajo. Quería un fundamento sólido y duradero debajo de su casa. Después de terminar la construcción de la casa entró en ella y moró allá. Un día comenzó la tempestad con vientos fuertes y lluvia. Golpeó contra la casa con fuerza. Pero la casa quedó firme, no se cayó porque la edificó en la Roca.

El señor Necio también construyo su casa. Pero tenía apuro y no se preocupó del fundamento. Comenzó a construir en la arena a la orilla del río. Es posible que hizo una casa mucho mejor que la del señor Sabio pero descuidó la parte más importante, el fundamento. 

La misma tormenta golpeó contra su casa y cayó con mucho ruido, matando al señor Necio y a cualquier otro que se encontró en la casa. ¡Qué triste! ¡Después de todo ese trabajo, morir en ella, en las aguas de la inundación y perderse para siempre! Igual pasa con la salvación, todo aquel que coloca su fe en el sacrificio de Jesucristo para el perdón de sus pecados, está seguro de ir al cielo; hombre Sabio, que oye y obedece al verdadero Evangelio, se arrepiente y acepta a Jesús como su Salvador. Ya que Jesucristo es la ROCA de la salvación Deut. 32: 15-37; 2ª Samuel 22: 2, 32,47; Salmo 28:1; 31: 2,3; 61:2; 89: 26; Mateo 16:18; Romanos 9:23; 1ª Cor. 10:4; 1ª Pedro 2:8.

En cambio el Necio, cree que la religión, y las obras de caridad con las que se alaba lo salvan; sin pensar que ello es tierra movediza, pues lo hunde más; que a pesar de sus dichos, diciendo: soy católico, apostólico y romano, sin tener en cuenta que también es un borracho, adúltero, idolatra, etc., Dios lo condenará; porque en la vida vivió en el camino espacioso del pecado 1Cor 6:9, 10; Santiago 4:4; Prov. 16:25. El Espíritu Santo realza la importancia de Su Palabra. Debemos escuchar y obedecerle. Edifiquemos nuestras vidas en Jesús y Su Palabra.







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