jueves, 24 de octubre de 2013

EL “CASI” NO SIRVE

Un cristiano le preguntó a un joven: ¿posee usted este tesoro? Mientras le mostraba una Biblia, el joven sacó de su bolsillo un puñado de billetes, y dijo: Este es mi tesoro, y en él confío; él me abre todas las puertas. El creyente le dijo: Pero nunca le abrirá la puerta del cielo, ni le librará de la muerte, ni Dios se lo aceptará como rescate de su alma. La Biblia nos dice: “Los que confían en sus bienes, y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan, ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate (porque la redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás)” (Salmo 49:6-8).

El Señor Jesús dijo: “Guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”;… y a uno que había acumulado riquezas, en las cuales se gozaba, le fue dicho: “necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoros, y no es rico para con Dios” (Lucas 12:15-21). Su dinero no le puede salvar; en cambio Dios le ofrece la vida gratis. Mire usted, prosiguió el joven; yo he estado dos veces a las puertas de la muerte, y escapé con vida; por tanto no temo a la muerte, aunque no sé…sus palabras “casi” me han convencido. En fin, mucho gusto de conocerle. Y dicho esto, el joven se fue. Este joven murió dos días más tarde en un accidente de automóvil, y a menos que se arrepintiera después de despedirse del cristiano se hubiere salvado, de lo contrario está condenado para siempre, pues el que “CASI” creyera el mensaje de la Palabra de Dios, no sirve de nada. El joven rico de la Biblia, se fue muy triste, prefirió su dinero antes que el Señor, “Casi” se salva (Mateo 19:16-24). “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed… compras sin dinero y sin precio… venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma… buscad al señor Dios mientras puede ser hallado” Isaías 55:1-6. “El que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17).

La seguridad de la salvación depende en clamar perdón, en un arrepentimiento genuino y aceptar a Jesús como Salvador quien murió en nuestro lugar, para salvarnos y darnos vida eterna (1ª Timoteo 1:15; Juan 3:16).

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