jueves, 24 de octubre de 2013

EL LADRÓN DE LA CRUZ Mateo 27:41-42.



“los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel descienda ahora de la cruz, y creeremos en él”

   Cuando Jesús fue crucificado, muchas personas pasaron frente a la cruz. Unos fueron indiferentes a ese cruel espectáculo, otros los injuriaron sin ninguna compasión.   

  Los jefes religiosos, quien tendrían que haber dado buen ejemplo de creer en Jesús hicieron lo peor mofándose del Señor.  Sin embargo hubo alguien que, oponiéndose a los demás, defendió a Jesús.  ¿Quién fue ese valiente? ¿Un hombre, poderoso, respetable? No, era un ladrón crucificado que había sido condenado a muerte.  Al principio, al igual que los demás, injuriaba a Jesús, pero algo ocurrió en lo más profundo de su ser: reconoció que era pecador y se dio cuenta de que Jesús era justo, que era el Mesías prometido.     Entonces se volvió a Jesús diciendo: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”.  Jesús le respondió: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:32-34). ¡Qué sorprendente respuesta dio el único Justo a un pecador!  ¿Por qué?  En las siguientes horas Jesús iba a morir por él, sin saber que llevaría sus pecados. Se hizo “maldición” (Gálatas 3:13). El ladrón creyó que Jesús volvería a Su reino, y su actitud es un ejemplo para nosotros.  Muchos se burlan cuando les hablamos de Jesús, y otros se muestran indiferentes.  Pero para Dios lo que cuenta es mi respuesta que le doy al amor de Jesús que dio su vida por todos. Es necesario creer esto.

     Jesús le invita a que se detenga, crea en él  y contemple su sacrificio de cruz, puesto que su sangre derramada es la única que le puede perdonar sus pecados, siempre y cuando usted haga como el ladrón que se arrepintió, acepte a Jesús como su Salvador.  Así como este ladrón fue crucificado por sus delitos, usted es otro más que también necesita la salvación. Dos más fueron salvos en aquel horrendo momento de Jesús, Simón de Cirene que ayudó a cargar la cruz y el soldado que custodiaba la crucifixión (Lucas 23:36-47). Lector no espere mas, mire a Jesús crucificándose por usted ¿dejará pasar este momento sin  reconocer su pecado? o ¿se burlará de Jesús?

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