sábado, 20 de abril de 2013

“SANTIFICADO SEA TU NOMBRE”




“En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Señor, no desamparaste a los que te buscaron” Salmo 9:10.
   Pronunciar el nombre de Dios, para nosotros debe recordar inmediatamente el supremo honor que se le debe Mateo 6:9.  Nadie exaltó mejor que Jesús el nombre de Dios.  Él lo reveló mediante sus palabras, sus hechos, su vida y su muerte.  Igualmente mediante su santidad, su amor, su justicia y su victoria cuando resucitó.
  Santificar el nombre de Dios es reconocer que él es santo, enteramente diferente de todo lo que caracteriza al hombre.  Es darle el lugar que merece en toda nuestra vida, en nuestros pensamientos, nuestras elecciones y nuestras palabras.  Herodes murió comido por gusanos por no dar gloria a Dios Hechos 12: 20-25.
   En el mundo en que vivimos el nombre de Dios está lejos de ser santificado.  En lugar de ser respetado, a menudo es blasfemado.  Esto muestra la decadencia moral de los hombres que buscan su propia gloria y quieren hacerse “un nombre” Génesis 11:4.   Incluso en la vida de los así llamados cristianos, el nombre de Dios a menudo es deshonrado.  Que podamos hacer nuestra esta conmovedora oración de un cristiano anónimo, hallada en un viejo manuscrito: -Padre amado, tu nombre sea santificado en mí.  Reconozco que a menudo he profanado tu nombre, que con mi orgullo, preocupado por mi honor y mi reputación, he mancillado tu santo nombre.  Socórreme en tu gracia para que en mí no haya más que tu nombre y tu gloria-.
  Cierta vez Jesús dijo: “les he dado a conocer tu nombre…” Juan 17:26.  Toda persona que quiera glorificar a Dios, debe Creer en Jesús Juan 14:1, puesto que el nos afirma diciendo: El que me ha visto a mí, ha visto al Padre Juan 14: 9-11; solo por Jesús llegamos a Dios Juan 14:6. La esencia: “Yo te he glorificado en la tierra;  he acabado la obra que me diste que hiciese” Juan 17:4; este pasaje apunta al sacrificio de Jesucristo en la cruz; por lo tanto todo aquel que toma a Jesús con su salvador, suplicando perdón, es perdonado y glorifica a Dios el Padre; porque Jesús dijo: “gloria de los hombres no recibo” Juan 5:39-42. Solo el pecador arrepentido, tiene ese honor Lucas 14:11.

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