“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por
heredad” Mateo 5:5.
Jesús por excelencia fue fuerte y manso a la
vez. La mansedumbre jamás debe
confundirse con la debilidad. No es lo
mismo. La mansedumbre realmente es
fuerza que ha aprendido a someterse, como el poderoso buey enseñado a jalar el
yugo en obediencia a su amo.
Los hombres del mundo creen que el éxito y
la riqueza sólo vienen a los hombres positivos.
Ellos defienden sus derechos y aplastan a los que se oponen a ellos,
obtienen el puesto de poder y control.
De los dirigentes de las diferentes religiones, clases sociales y del común de la gente Jesús dice: “Desde
los días de Juan el Bautista hasta
ahora, el reino de los
cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” Mateo 11.12. Jesús enseño lo contrario “... y los que son grandes ejercen sobre
ellas potestad. Mas entre vosotros no será así,
sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro
servidor, ...como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para
servir, y para dar su vida en rescate
por muchos” Mateo 20:25-28. Jesús era el
más manso de los hombres y sin embargo el Ser todo-poderoso, se humilló en
plena obediencia a su Padre. La
recompensa es “recibirá la tierra por heredad” será Rey de Israel.
Qué hermoso ejemplo de Jesús “…Llevad mi yugo
sobre vosotros, y aprended de mí, que
soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas”… Mateo 11:29. Jesús en la cruz no dijo
palabras de maldición sobre los que lo crucificaban, fue manso hasta la muerte
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” Lucas 23:34. Qué bueno que usted reciba este perdón. Al arrepentirnos de nuestros pecados, desear
el perdón y aceptar a Jesús como nuestro Salvador, somos salvos y junto con él
aprenderemos la mansedumbre. La gente violenta lo crucificó, el hombre de
humilde corazón lo acepta como Salvador. Los creyentes en nuestro Señor
Jesucristo hoy buscamos lo espiritual.
El cielo es nuestro hogar Mateo 6:20; Juan 14: 1-3. Esto incluye todas las bendiciones
espirituales que nos pertenecen por la fe en Cristo y reinaremos con él en el
milenio Efesios 1:3; Apocalipsis 2:26,27; 3:21; 20:6.
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