sábado, 20 de abril de 2013

¿QUIENES PUEDEN GLORIFICAR A JESÚS?




 “Y hubo una voz de los cielos, que decía: este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia”. Mateo 3:17; “Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia se derramó en tus labios; por tanto, Dios te ha bendecido para siempre”
Salmo 45:2.
  Las glorias del Señor Jesús son de tres clases diferentes: personales, oficiales y morales.  Jesús  cuidaba su gloria personal (él es el eterno Hijo de Dios), salvo cuando la fe de alguien la descubría o cuando hacia un milagro.  Igualmente ocultaba su gloria oficial, pues no andaba de lugar en lugar como el Unigénito Hijo procedente del seno del Padre, o como el soberano Rey Hijo de David.  Era silencioso, humilde.
  Estas dos glorias por lo general estaban ocultas mientras pasaba, día tras día, por las diversas circunstancias de la vida. En cambio su gloria moral no podía ser ocultada, ya que era perfecto en todo, pues la perfección le era propia; más aún, él era la perfección misma. Sin pecado 1Pedro 2:22. La excelencia de esa gloria moral era resplandeciente para que los ojos humanos pudieran soportarla, de manera que el hombre es comparado y reprochado por la conducta pecadora. Más ella resplandecía, independientemente de que el hombre la soportara o no. 
  Esa gloria moral ilumina ahora cada página de los cuatro evangelios así como antes iluminó toda la senda que nuestro Señor atravesó en su paso por esta tierra. ¡Hombres y mujeres, busquemos y admiremos día tras día la gloria de Señor a lo largo de la Biblia! De este modo los creyentes, arrepentidos y perdonados por la sangre de Cristo reflejaremos en este mundo la luz de Cristo  2 Corintios. 3:18; Juan 8:12.
   Los que no han aceptado a Cristo como su Salvador, es imposible darle gloria, puesto que sus vidas  hundidas en el pecado solo reflejan muerte; “porque la paga del pecado es muerte…” Romanos 6:23.  Todo aquel hombre arrepentido puede pronunciar una voz de gloria para clamar a Jesús como su salvador, las mismas que anunció Dios el Padre Juan 12:18.     

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