Presenta a Jesús, como el Hijo de Dios que
descendió del cielo, el verbo encarnado de Dios y al creer que Jesús es el Cristo, el mesías, el Hijo de
Dios, y para que creyendo, tengáis vida eterna en Su nombre, seremos salvos de
su ira Juan 20:31; 5:24; 3:36.
No tuvo un comienzo, sino que existía desde la
eternidad. Hasta allá donde pueda ir la
mente humana, el Señor Jesús estaba ahí. Nunca fue creado, Jamás tuvo principio
El verbo estaba con Dios.
La Biblia enseña que jamás
existió un hombre perfecto, para salvar al pecador Salmos 14:2,3. Dios
para salvarlo dio a su Hijo; Jesús quiso
venir al mundo en un cuerpo humano El verbo se hizo carne. Dios en su Hijo
mostró su gloria en dos formas.
*Primero, Su gloria moral. No había en él
ninguna falta ni imperfección. Fue perfecto en todos sus caminos. Todas las
virtudes se manifestaron en Su vida con un equilibrio exquisito. Dios es santo,
santo, santo.
*Segundo, mostró el resplandor visible de Su
gloria en el Monte de la Transfiguración Mateo 17: 1,2. En aquella ocasión,
Pedro, Jacobo y Juan vieron Su rostro
resplandeciente como el sol, y Sus vestidos brillando como luz fulgurante. A estos tres discípulos se les dio una visión
anticipada del esplendor que tendrá Jesús cuando vuelva a la tierra y reine por
mil años.
La vida perfecta de Jesucristo, sin
compromiso alguno con el mal, nos mostró que Dios es santo. Su devoción y
compasión para con los que le rodeaban son una demostración de la bondad de
Dios. Mediante la muerte expiatoria de Jesús en la cruz, seguida de su
resurrección, Dios nos da la prueba de su amor.
Él quiere salvar a los pecadores y puede
hacerlo si ellos se arrepienten y creen en la obra de Cristo en la cruz.
Entonces podrán dar las gracias a Dios y adorarlo por haberlos salvado. “Esta
es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Creer en Jesús como el Hijo de
Dios y aceptarlo como salvador, veremos su gloria en el cielo por la eternidad.
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