miércoles, 25 de enero de 2012

MATEO

ESTE ES JESÚS,  EL REY DE LOS JUDÍOS (Mateo27:37).
   El Espíritu de Dios dirigió a Mateo a presentar al Señor como Rey.  Un descendiente de David y de Abraham, así que Jesús es el Rey y Salvador nombrado por Dios para Israel. Como rey: “Y llamarás su nombre Emanuel” y como Salvador: “Porque  él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21,23).

   El Rey tuvo una bienvenida que apuntaba a sus sufrimientos; los magos de oriente “postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y  mirra” (Mateo 2:11). El oro: habla de su gloria antes y después de su resurrección. El incienso: fragancia, la hermosura de su santidad. La mirra: habla de su sepultura, su muerte. El Gran Creador del universo descendió del cielo para vivir con la humanidad, para buscar y salvar a pecadores perdidos. (Juan 1:3,14; Lucas 19:10).

    En su gracia “a los suyo vino, y los suyos no le recibieron.  Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan1:11-12). Como su  pueblo lo rechazó; entonces se dirige a nosotros los gentiles.

     Jesús envió un mensajero delante de él.  Juan Bautista se presenta con ropa humilde y con un lenguaje sencillo diciendo: ¡ARREPENTÍOS!  Vuelvan de sus pecados, cambien de dirección; su arrepentimiento debe producir frutos buenos.  Jesús volverá y a muchos les dirá: “Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? ...Entonces el rey dijo...:Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera;  allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo. 22:12-13). Muchos creen ser hijos de Dios. Lector, no se descuide, antes de aquel juicio, tome a Jesús como su SALVADOR y SEÑOR, ya que solo en Jesús y en su sacrificio hay perdón y salvación (Salmo 132:16; Isaías 61:10; Zacarías 3:3-5; Apocalipsis 3:4,5; 19:7,8) ¿Un Rey que muere por usted y resucitó para nuestra salvación, no es digno de admiración, adoración y entrega?  

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