miércoles, 25 de enero de 2012

EL PRINCIPIO DE LA SABIDURÍA, ES EL TEMOR A DIOS (Proverbio 1:7).

*“No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme” (Jeremías 9:23-24)
“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33.3).

*En el primer versículo reconozco el juicio por el tengo que pasar por mi pecado, entonce soy temeroso, allí es cuando me arrepiento y acepto a Cristo como mi Salvador. El doblegarme me hace sabio “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido” (Lucas 4:11). Antes de morir doblo rodillas ante el Nombre de Jesús, y confieso con mi lengua que el es mi Señor (Filipenses 2: 10-11).

*En el segundo observo que la sabiduría, la valentía y las riquezas no son nada, La Biblia dice de la sabiduría: “Por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos” (Isaías 29:14). De la valentía dice: “porque valiente tropezó contra valiente, y cayeron ambos juntos” (Jeremías 46:12). De las riquezas: “El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad” (Eclesiastés 5:10). El que se gloría gloríese en Jesús. Obedecer la voz de Dios lo hacen sabio.

*El tercer versículo habla de clamar perdón y aceptar su palabra; así el Señor responde. En adelante el Espíritu Santo nos enseña lo que él quiere darnos para entender y conocer más de Jesús, como dice al final del versículo de Jeremías.
Por nuestra ignorancia, no conocemos la gracia y la fe que debemos depositar para nuestra salvación. En Jesús y su sacrificio en la cruz encontramos la vida eterna; pues ahí somos sabios. Bien dice Dios: “El fruto del justo es árbol de vida; Y el que gana almas es sabio” (Proverbios 11:30). La Biblia está llena de muchas revelaciones verdaderas que ella declara para eliminar todo argumento humano (2ª Tim. 3:16,17; 1ª corintios1:18-31).

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