miércoles, 25 de enero de 2012

EL SERMÓN DEL MONTE 1ª bienaventuranza -

    “Bienaventurados los pobres en espíritu,  porque de ellos es el reino de los cielos”  Mateo 5:3.
    Este versículo se refiere a Jesús.  Lo toma para si mismo; el Altísimo se humilló por nosotros, se hizo hombre (Filipenses. 2:5-8).  El da ejemplo en su propia vida. Siempre dependió de su Padre. Era rico pero se hizo pobre por nosotros “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo,  que por amor a vosotros se hizo pobre,  siendo rico,  para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”(2 Corintios 8:9). 

    Para nosotros: Como hemos notado, Jesús comienza con lo espiritual. Es la parte más importante del hombre (1Tes. 5:23). Pero es lo que más descuidamos.  La verdadera bendición se vincula con el reconocimiento de nuestra necesidad espiritual. “afligido yo y necesitado” escribió David (Salmo 34:6).  Es el grito  de necesidad y dependencia. “Bartimeo el ciego… estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno,  comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús,  Hijo de David,  ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase,  pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David,  ten misericordia de mí!”… (Marcos 10:46-52).  Jesús se detuvo  y lo sanó. Al contrario el rico orgulloso y auto suficiente, huyó vacío (Marcos 10:17-22). “A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos” (Lucas 1:53), “… ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios,  a los que confían en las riquezas!” (Marcos 10:24).  Aún el indigente debe clamar perdón.

     El deseo de clamar misericordia hace a la persona pobre de espíritu, entonces el señor actúa y da su consuelo. “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú,  oh Dios” (Salmo 51:17).  Para ser bienaventurados, aceptemos lo que Jesús hizo en la cruz para salvarnos.  Arrojemos nuestros pecados a él, diciéndole perdóname, entonces soy bienaventurado.

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