miércoles, 25 de enero de 2012

COMO SE ACERCA DIOS AL HOMBRE

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:1,2).

Dios se revela a todo el mundo mediante el testimonio de la naturaleza (Salmo 19:1). Muchas religiones ancestrales han guardado la huella de un Dios creador, de un Dios supremo que está por encima de todos. Pero ¿quién puede conocerlo? Las tradiciones religiosas dan testimonio de que esta sed de Dios está en cada ser humano. A menudo resaltan esa necesidad, tan arraigada en nosotros, de ser liberados de nuestra culpabilidad. Pero los esfuerzos de la sabiduría humana siempre han mostrado su ineficacia (Romanos 1:18-23).
Dios se dio a conocer al pueblo hebreo por medio de los profetas, los israelitas de su parte creyeron a medias. Se reveló como él único Dios y el Dios viviente que interviene en la vida de los seres humanos. Por último Dios se apareció a los hombres en la persona de Jesucristo, su Hijo unigénito “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1Timoteo 2:5)
Él mismo vino a visitar nuestra humanidad hundida en la miseria y el sufrimiento. El cristianismo, o cualquier otra religión no es el acercamiento del hombre a Dios, sino el de Dios al hombre. Dios se acerca a todo aquel que pone su confianza en Jesús, quien sufrió en la cruz para llevarnos a Dios. Y así, por la fe, en un arrepentimiento genuino, el pecador pide perdón aceptando a Jesús como su Salvador, para luego demostrarlo con hechos, de que lo ama y quiere vivir para agradarle en todo.


El problema por parte de los hombres, es tomar su propio camino para llegar a Dios, sin entender que “Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 16:25). Y que Jesucristo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Por favor, aceptemos primero a su Hijo, para luego llegar al Padre (Juan 3:16).

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