“Cuando digan: Paz y
seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina… y no escaparán”
(1ª de Tesalonicenses 5:3)
Terremotos, catástrofes en serie, guerras y
crímenes, atentados, muertos por millares…El planeta tiene miedo. ¿Dónde podemos estar seguros? ¿En casa o en
la calle? ¿Le toca una muerte brutal sólo a los malos? No, ésta atañe a todos,
incluso a los llamados inocentes, los que consideramos buenos y honestos.
Si usted supiera que va a ser la próxima
víctima, ¿qué haría y qué les diría a sus allegados? ¿Está preparado para ir al
cielo? La Escritura dice: “Prepárate para venir al encuentro de tu Dios” (Amós
4:12). Porque tarde o temprano cada
uno de nosotros encontrará: -sea como Dios Salvador si hemos puesto nuestra
confianza en la obra de Jesús, quien sufrió en nuestro lugar el juicio de Dios
sobre nuestros pecados; -sea como Juez supremo si descuidamos o rehusamos la
salvación gratuita. ¿Desearía usted
conocer hoy a ese Dios Salvador? Sólo se
nos abre un camino hacia el cielo: su Hijo, Jesús es el camino, él es la
puerta, el único mediador, porque dio su vida y expió los pecados que
levantaban una insuperable barrera entre el hombre culpable y Dios santo (Juan 14:6;
1ª Timoteo 2:5).
Al
presentarme como soy en mi miseria y humillación, confieso que estoy perdido,
pero con fe puedo decir:
Gracias Dios, porque
Jesús pagó mi deuda mediante su sangre
derramada en la cruz. Lo acepto como Salvador de aquel terrible juicio.
Por tu gracia estoy listo estar en tu presencia; porque “El día del Señor
vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande
estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras
que en ella hay serán quemadas” (2ª de Pedro 3:10). Lector, es urgente el
arrepentimiento de sus pecados.
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