jueves, 9 de julio de 2009

UN HOMBRE DEMASIADO CONFIADO

Harry Truman, quien trabajaba como cuidador de un centro recreacional, cerca del monte Santa Helena, en el Estado de Washington, había sido advertido en varias ocasiones acerca de una inminente erupción de la montaña. Los informativos de radio y televisión y la misma policía insistieron en que todos debían salir de la zona. Sin embargo Harry se negó, porque él había trabajado en ese lugar durante muchos años y nunca había pasado algo. Amigos y vecinos le pidieron que dejara el lugar, pero fue en vano.


Fue entonces cuando una mañana de mayo de 1980, la cumbre de la montaña estalló; cenizas, lava, rocas, fueron a dar a cientos de Kilómetros por el aire, selvas y lagos fueron sepultados en una vasta extensión y fue así como este cuidador quedó enterrado en algún lugar bajo toneladas de escombros. De igual manera, cientos de personas en todo el mundo parten rumbo a la eternidad por diferentes catástrofes. Qué triste pensar que usted puede ser el próximo en partir por medio de un pequeño tropezón ¿Dónde se encontrará después? Lector, cuando termine de leer este escrito, considere que su tiempo de vida es limitado. Antes de que le suceda algo, usted necesita conocer al Señor y Salvador Jesucristo, “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24), “…y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las escrituras” (1 Cor. 15:4).

En este preciso momento debe arrepentirse de todos sus pecados, confesarlos ante Dios y recibir a Jesús como el Salvador y Señor de su vida, con la plena seguridad que será salvo, preparado para ir al cielo.

Mañana podría ser muy tarde para esta decisión, y quizás usted como el hombre de la historia sin haber aceptado de corazón a Jesús como su salvador, entonces se encontrarán con Harry y muchos más en el infierno eterno; por no estar en paz con Dios antes de morir y por vivir muy tranquilos pensando en que nunca les pasaría algo malo.


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