jueves, 9 de julio de 2009

EL TERRIBLE INFIERNO

“Os enseñaré a quien debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; si os digo, a éste temed” (Lucas 12:5)

En la tranquilidad de un parque, una pareja de edad avanzada gozaba de la magnifica vista que ofrecía el paisaje. Me puse a hablar con ellos. La naturaleza nos llevó a hablar del Creador y de la eternidad. De repente, la anciana me dijo: -¿Cree usted que existe el infierno? –Si, lo creo, contesté. Jesucristo hizo una terrible descripción de la condición de los perdidos que van a ese lugar. El infierno es el lugar donde Dios no está; significa, pues, estar eternamente separado de Dios. En realidad fue destinado para el diablo y sus ángeles, pero llegará a ser el paradero de los que mueren sin haberse reconciliado con Dios y sin el perdón de sus pecados (Mateo 8:12; 22:13; 25:30).
El infierno es el lugar de la auto acusación, de la desesperación y del eterno remordimiento. Es una seria verdad.

Durante mi explicación, ambos escucharon en silencio. El temor se leía en sus rostros. Entonces agregué: -Pero Dios no quiere que el ser humano vaya al infierno. Lo destinó al cielo, para que esté eternamente feliz cerca de él. Por eso envió a su Hijo a la tierra, por eso Jesucristo murió en la cruz. A quien confía en él con fe y reconoce la culpa por sus pecados, Dios lo perdona, lo absuelve del juicio, y su porvenir es el mismo cielo, porque Dios es amor.
Entonces la mujer exclamó visiblemente aliviada: -¡ Hoy es un día muy especial para mí !
Deseamos que nuestros lectores también puedan decir lo mismo y vivir hoy un día de gracia. Al arrepentirse de su pecados y aceptar a Cristo como su Salvador la reconciliación con Dios es inmediata.

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