jueves, 24 de octubre de 2013

¿QUÉ HAY MÁS ALLÁ DE LA MUERTE?

A veces sucede que por simpatía, por conveniencia o porque estamos directamente involucrados, vamos al cementerio para acompañar a un difunto a su última morada terrenal. A menudo encontramos viejos conocidos. Luego nos separamos, pensando quizás: « ¿La próxima vez me tocará a mí? ».  La vida humana se presenta como una cuenta regresiva. El proceso de envejecimiento y muerte en realidad empieza desde nuestro nacimiento, con dos incógnitas mayores: el momento de la partida y el destino final. ¿Qué hay después de la muerte? ¡Esa es la gran pregunta! La Biblia responde mediante una palabra: “el juicio” (Hebreos 9:27). Por lo tanto, no todo se acaba cuando se sella una lápida. Si el cuerpo que es polvo vuelve a la tierra, el espíritu vuelve “a Dios que lo dio” (Eclesiastés 12:7).
   Al igual que los demás, el creyente no sabe cuándo se acabará su vida terrenal. Pero en cuanto al más allá, tiene las certezas sacadas de la Biblia. Debido a esto el creyente puede considerar su propia muerte sin temor, pues está listo. El juicio que le esperaría en el más allá fue llevado por otro aquí en la tierra. Jesús, el Hijo de Dios, fue castigado en su lugar y llevó sus pecados. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1). Basta aceptar con fe la salvación que Jesús ofrece gratuitamente por amor a todos los que se acercan a él.   El precio lo pagó Él, muriendo en la cruz del Calvario.   
   La historia del rico y el pobre  Lázaro presenta la realidad del destino humano: la muerte y su destino en el cielo o en el infierno  “Aconteció que murió el mendigo,  y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham;  y murió también el rico,  y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos,  estando en tormentos,  y vio de lejos a Abraham,  y a Lázaro en su seno. Entonces él,  dando voces,  dijo: Padre Abraham,  ten misericordia de mí,  y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua,  y refresque mi lengua;  porque estoy atormentado en esta llama...” Lucas 16:20-21. ¿Dónde estará usted?

¿SOY TRIGO O CIZAÑA?

“El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. …Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero” Mateo 13: 24-30.



“Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga” Mateo 13: 36-43.



La historia presenta a la falsa cristiandad al lado de los verdaderos cristianos, hay muchos engañadores. Hablan de su iglesia y su religión pero son productos de Satanás. Estarán aquí hasta el fin de la época. Entonces los verdaderos (el trigo) serán juntados sanos y salvos en el granero de Dios (cielo). Pero los falsos (cizaña) serán lanzados al fuego. Estos son resultado del engaño de una enseñanza venenosa. ¡Cuánta falsedad en el mundo! ¿Usted cree que su forma de vida lo lleva a pensar que es buena semilla? ¿O reconoce estar dentro del manojo de la cizaña? ¿Quién es trigo? Todo aquel que muere al pecado, y por fe cree que Dios envió a Jesús a morir en la cruz para el perdón de sus pecados. Se arrepiente y clama perdón, recibiendo a Cristo como su Salvador; que con sus hechos demostrará que Jesús lo salvó y lo sacó del pecado, de aquel campo de cizaña y que nació de nuevo para estar en el cielo.





LOS DOS CIMIENTOS Mateo 7: 24-27

Jesucristo nos habla de dos constructores, el Sabio y el Necio, y sus fundamentos. El sabio se preocupó mucho en encontrar una roca firme para un fundamento. Antes de comenzar a construir para arriba miró hacia abajo. Quería un fundamento sólido y duradero debajo de su casa. Después de terminar la construcción de la casa entró en ella y moró allá. Un día comenzó la tempestad con vientos fuertes y lluvia. Golpeó contra la casa con fuerza. Pero la casa quedó firme, no se cayó porque la edificó en la Roca.

El señor Necio también construyo su casa. Pero tenía apuro y no se preocupó del fundamento. Comenzó a construir en la arena a la orilla del río. Es posible que hizo una casa mucho mejor que la del señor Sabio pero descuidó la parte más importante, el fundamento. 

La misma tormenta golpeó contra su casa y cayó con mucho ruido, matando al señor Necio y a cualquier otro que se encontró en la casa. ¡Qué triste! ¡Después de todo ese trabajo, morir en ella, en las aguas de la inundación y perderse para siempre! Igual pasa con la salvación, todo aquel que coloca su fe en el sacrificio de Jesucristo para el perdón de sus pecados, está seguro de ir al cielo; hombre Sabio, que oye y obedece al verdadero Evangelio, se arrepiente y acepta a Jesús como su Salvador. Ya que Jesucristo es la ROCA de la salvación Deut. 32: 15-37; 2ª Samuel 22: 2, 32,47; Salmo 28:1; 31: 2,3; 61:2; 89: 26; Mateo 16:18; Romanos 9:23; 1ª Cor. 10:4; 1ª Pedro 2:8.

En cambio el Necio, cree que la religión, y las obras de caridad con las que se alaba lo salvan; sin pensar que ello es tierra movediza, pues lo hunde más; que a pesar de sus dichos, diciendo: soy católico, apostólico y romano, sin tener en cuenta que también es un borracho, adúltero, idolatra, etc., Dios lo condenará; porque en la vida vivió en el camino espacioso del pecado 1Cor 6:9, 10; Santiago 4:4; Prov. 16:25. El Espíritu Santo realza la importancia de Su Palabra. Debemos escuchar y obedecerle. Edifiquemos nuestras vidas en Jesús y Su Palabra.







EL LADRÓN DE LA CRUZ Mateo 27:41-42.



“los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel descienda ahora de la cruz, y creeremos en él”

   Cuando Jesús fue crucificado, muchas personas pasaron frente a la cruz. Unos fueron indiferentes a ese cruel espectáculo, otros los injuriaron sin ninguna compasión.   

  Los jefes religiosos, quien tendrían que haber dado buen ejemplo de creer en Jesús hicieron lo peor mofándose del Señor.  Sin embargo hubo alguien que, oponiéndose a los demás, defendió a Jesús.  ¿Quién fue ese valiente? ¿Un hombre, poderoso, respetable? No, era un ladrón crucificado que había sido condenado a muerte.  Al principio, al igual que los demás, injuriaba a Jesús, pero algo ocurrió en lo más profundo de su ser: reconoció que era pecador y se dio cuenta de que Jesús era justo, que era el Mesías prometido.     Entonces se volvió a Jesús diciendo: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”.  Jesús le respondió: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:32-34). ¡Qué sorprendente respuesta dio el único Justo a un pecador!  ¿Por qué?  En las siguientes horas Jesús iba a morir por él, sin saber que llevaría sus pecados. Se hizo “maldición” (Gálatas 3:13). El ladrón creyó que Jesús volvería a Su reino, y su actitud es un ejemplo para nosotros.  Muchos se burlan cuando les hablamos de Jesús, y otros se muestran indiferentes.  Pero para Dios lo que cuenta es mi respuesta que le doy al amor de Jesús que dio su vida por todos. Es necesario creer esto.

     Jesús le invita a que se detenga, crea en él  y contemple su sacrificio de cruz, puesto que su sangre derramada es la única que le puede perdonar sus pecados, siempre y cuando usted haga como el ladrón que se arrepintió, acepte a Jesús como su Salvador.  Así como este ladrón fue crucificado por sus delitos, usted es otro más que también necesita la salvación. Dos más fueron salvos en aquel horrendo momento de Jesús, Simón de Cirene que ayudó a cargar la cruz y el soldado que custodiaba la crucifixión (Lucas 23:36-47). Lector no espere mas, mire a Jesús crucificándose por usted ¿dejará pasar este momento sin  reconocer su pecado? o ¿se burlará de Jesús?

EL “CASI” NO SIRVE

Un cristiano le preguntó a un joven: ¿posee usted este tesoro? Mientras le mostraba una Biblia, el joven sacó de su bolsillo un puñado de billetes, y dijo: Este es mi tesoro, y en él confío; él me abre todas las puertas. El creyente le dijo: Pero nunca le abrirá la puerta del cielo, ni le librará de la muerte, ni Dios se lo aceptará como rescate de su alma. La Biblia nos dice: “Los que confían en sus bienes, y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan, ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate (porque la redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás)” (Salmo 49:6-8).

El Señor Jesús dijo: “Guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”;… y a uno que había acumulado riquezas, en las cuales se gozaba, le fue dicho: “necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoros, y no es rico para con Dios” (Lucas 12:15-21). Su dinero no le puede salvar; en cambio Dios le ofrece la vida gratis. Mire usted, prosiguió el joven; yo he estado dos veces a las puertas de la muerte, y escapé con vida; por tanto no temo a la muerte, aunque no sé…sus palabras “casi” me han convencido. En fin, mucho gusto de conocerle. Y dicho esto, el joven se fue. Este joven murió dos días más tarde en un accidente de automóvil, y a menos que se arrepintiera después de despedirse del cristiano se hubiere salvado, de lo contrario está condenado para siempre, pues el que “CASI” creyera el mensaje de la Palabra de Dios, no sirve de nada. El joven rico de la Biblia, se fue muy triste, prefirió su dinero antes que el Señor, “Casi” se salva (Mateo 19:16-24). “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed… compras sin dinero y sin precio… venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma… buscad al señor Dios mientras puede ser hallado” Isaías 55:1-6. “El que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17).

La seguridad de la salvación depende en clamar perdón, en un arrepentimiento genuino y aceptar a Jesús como Salvador quien murió en nuestro lugar, para salvarnos y darnos vida eterna (1ª Timoteo 1:15; Juan 3:16).

EL HUERTO DE EDÉN

En una pequeña isla pérdida del Océano Índico, que tiene un clima de una suavidad excepcional, con un mar rebosante de peces, sin fábricas, y por lo tanto sin contaminación, un turista dijo a una nativa: ¡Su país es el paraíso! A lo cual ella respondió: ¡Se equivoca, para nosotros es más bien el infierno! Otros también aseguran: ¡Aquí es el refugio para toda clase de placeres: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, etc.! Es comprensible, porque debido a la afluencia de turistas, los habitantes cristianos autóctonos perdieron la tranquilidad que tenían.

El paraíso en la tierra ya no existe, pues el hombre está por todos lados con sus malos pensamientos y acciones. Cuando Adán y Eva desobedecieron, Dios tuvo que sacarlos del maravilloso huerto Génesis 3:18-23. Desde entonces fueron sometidos a la enfermedad y a la muerte; “Porque la paga del pecado es muerte…” Pero, sobre todo, el hombre perdió su relación con Dios, es decir, quedó muerto con toda clase de pecado. Sin embargo Dios, que es justo y santo, también amor, ama al pecador, pero condena el pecado, por ello le ofrece más de lo que el hombre había perdido terrenalmente, la vida eterna en el cielo “…mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” Romanos 6:23.

El huerto de Edén fue cerrado, pero el cielo está abierto. Adán fue expulsado del huerto, pero Jesús, el Salvador, trae luz y vida a los que “habitan en tinieblas y en sobra de muerte” Lucas 1:79; siempre y cuando se arrepientan de sus pecados, clamen perdón y acepten su excepcional sacrificio en la cruz, como la obra sublime digna de salvación.

Jesucristo, el único hombre obediente, perfecto y puro, vino para sufrir la condenación que la humanidad merecía. El Justo murió por los injustos para llevarnos a Dios 1ª Pedro 3:18. ¿Escogeríamos quedarnos para ir al verdadero infierno, o aceptar el cielo, el auténtico Edén celestial donde el pecado no existe? Lector, Cristo lo está esperando ahora en vida, consciente de sus malos actos, acuda a él con un verdadero arrepentimiento; porque después de muerto, no hay nada más que hacer, un juicio le espera.



EL ÁRBOL VERDE

“…Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?” Lucas 23:24 – 31.

Jesús fue ese árbol verde y bueno Juan 15:1 pero fue muerto muy joven “Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido” Isaías 53:8.

El hombre no se agradó con Jesús; lo mató. Hoy existen personas que no rechazan a Jesús y lo aceptan como su Salvador. Estas son las que después de arrepentirse y clamar perdón por sus pecados sin fingimiento, producen buenos frutos 2 Cor. 5:17. Son verdaderos seguidores que proclaman el mensaje de salvación a otros Filipenses 1:11. “Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñará aún, y sus renuevos no faltarán” Job 14:7.

¿Usted está dentro de ellos?

Hay árboles secos ¿Cómo se puede notar la diferencia? Por el fruto Mateo 7:15-23. Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede producir fruto bueno. Da fruto según su naturaleza Mateo 7: 17,18. Una zarza sólo lleva espinos y no uvas. Si sólo tiene un espino o tiene mil sigue siendo una zarza y no una vid. Estos solo sirven de leña para el fuego. Los hombres mataron a Jesús, serán entregados al fuego.

Algunos hombres malos aparentan ser buenos. Los malos son como el tamo que arrebata el viento. Nuestro Señor les llama falsos. Nos advierte a vigilar contra ellos. ¿Cómo podemos reconocerlos? Por sus frutos, o sea por sus vidas, cómo caminan y hablan. Otros tratan de hablar como cristianos Mateo 7: 21,22, pero jamás han recibido a Cristo en sus corazones. Entonces el Señor les dirá en el día del juicio venidero: “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” Vs. 23. Sólo los creyentes verdaderos viven con Jesús, cubiertos bajo la sombra de este buen árbol, dando fruto Salmo 91.





¿BUENAS NOCHES O ADIÓS?

Al morir un cristiano llamó a su familia y se dirigió así: Buenas noches, querida esposa. Hemos andado juntos en la prosperidad y en la desgracia. He visto el Espíritu de Dios brillar en tu rostro muchas veces. Te amo mucho. Buenas noches querida, te veré en la mañana. Buenas noches. Buenas noches, María. Tú eres nuestra primogénita. Me has llenado siempre de gozo. ¡Cuán cristiana eres, María; no olvidarás nunca lo mucho que tu padre te ha amado! Buenas noches. Buenas noches, Guillermo. Dijo volviéndose a su hijo mayor. Tu venida a nuestro hogar ha sido una verdadera bendición. Amas al Dios de tu padre. Irás creciendo en toda gracia y virtud cristiana. Tienes el amor y bendición de tu padre. Buenas noches, Guillermo.

Buenas noches, Gracia. Prosiguió. Aunque seguía Carlos quien había caído en malas compañías y había causado amargos sufrimientos a sus padres; pero el moribundo lo pasó y se dirigió a su hija más joven. Gracia, has sido por mucho tiempo una canción de alegría. Cuando hace poco, rendiste tu vida a Cristo. Buenas noches. Adiós, Carlitos. Dijo llamando al joven a su lado. ¡Qué buen muchacho eras y cuánto prometías! Creíamos que llegarías a ser un hombre muy notable. Te dimos las mismas oportunidades que hemos dado a los demás. Si hubo alguna diferencia fue en tu favor. Nos has entristecido. Has seguido el camino ancho de perdición. Has despreciado los avisos de la Palabra de Dios y no has hecho caso al llamamiento del Señor. Pero siempre te he amado y te amo todavía. Solo Dios sabe cuánto te amo. Adiós. Carlitos, Adiós. Carlitos apretó la mano de su padre y sollozando grito: Padre, ¿Por qué dijiste a los demás buenas noches y a mí adiós? Por la sencilla razón de que los demás y yo nos veremos en el cielo; más yo sé que no tengo esperanzas de verte allá. Adiós, Carlitos, Adiós. Carlitos cayó de rodillas junto a la cama de su padre y con agonía en su alma clamó a Dios, pidiendo que perdone sus pecados.

Al clamar perdón, arrepentido de todo corazón y recibir por fe a Jesús como nuestro Salvador, somos salvos; esto es entregarse a Cristo. Depender del sacrificio que hizo Jesús en la cruz, hay perdón y salvación. Lector le decimos: ¿buenas noches o adiós?



miércoles, 23 de octubre de 2013

HACED TESOROS EN EL CIELO Mateo 6: 19-21

Jesús enseña cómo Sus seguidores deben manejar las cosas terrenales, tales como dinero, comida, ropa.  En primer lugar, ¿Qué debe ser nuestra actitud en cuanto al dinero?  El Señor nos manda acumularlo, ahorrarlo.  Pero tenemos que escoger donde ponerlo.  Nos dice que la tierra no es un sitio seguro para nuestros tesoros.  La polilla come la ropa y el óxido daña el metal.  Los ladrones pueden robar ambas cosas.  Las riquezas vuelan Prov. 23:5. Las posesiones terrenales pierden valor al gastarse, oxidarse, pasar de moda.

   En el Banco del Cielo es totalmente seguro.  Podemos poner nuestros tesoros, tiempo y talentos a trabajar para el Señor y de esta manera los depositamos con toda seguridad en el  cielo.  Ningún enemigo puede destruir o robar. Allá no habrá muerte, ni destrucción ni perdida.  Entonces la palabra de Jesús para nosotros es invertir todo lo que podemos en el cielo. Pero hace falta la visión correcta para hacer esto;  apenas vemos con los ojos físicos. La miopía espiritual  es de todos. Solo vemos las cosas terrenales, y no las cosas celestiales y eternas 2ª Pedro 1:5-9. Mantenga una moneda pequeña cerca del ojo y ocultará todo el cielo.  De la misma manera, si pensamos sólo en el dinero olvidaremos las cosas celestiales; al morir dejamos todas nuestras posesiones, no llevamos nada Lucas 12:13-21; 1ª Tim 6:7-9.

   Escojamos servir entre dos amos. Un esclavo sólo podía pertenecer y servir a un Señor.  Si acumulamos todo nuestro tesoro en la tierra somos esclavos del dinero.  Es decir, vivimos para obtener todas las cosas que el dinero puede comprar. El amor al dinero nos destruye 1Tim 6:10. Pero servimos a Dios cuando atesoramos nuestro dinero en el cielo.  Tenemos que escoger a quien servir Josué 24:15.

   Jesús entregó todo para rescatarnos, fue hasta la cruz, murió por nuestros pecados. Para poder servirle, debemos  entregarnos a él primero; porque no podemos servirle estando sucios.  Al clamar perdón y aceptar que Jesús murió por nuestros pecados, recibirle como Salvador, su sangre nos limpia de todo pecado, entonces el Espíritu Santo pondrá en nosotros ese deseo de anunciar la palabra para que muchos se salven. Y en silencio hacer obras de misericordia Mateo 6:2.

“A Dios presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho,  se lo volverá a pagar”  Proverbio 19:17.

“PERDÓNANOS NUESTROS PECADOS

“PERDÓNANOS NUESTROS PECADOS PORQUE TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A TODOS LOS QUE NOS DEBEN” (Lucas 11:4).
      El versículo del encabezamiento está relacionado con estas palabras: “y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos;  y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos” (Mateo 16:19); “A quienes remitiereis los pecados,  les son remitidos;  y a quienes se los retuviereis,  les son retenidos” (Juan 20:23).  Es el perdón que debemos clamar a Dios y el de perdonar a nuestros hermanos.  No es el que alguien nos absuelva como si fuera Dios.  Solo Él y su Hijo perdonan.  También la iglesia, o sea el conjunto de creyentes se ponen de acuerdo de atar o desatar; retener o remitir, que es igual a aceptar o no en la comunión a un hermano que ha pecado (Mateo 18: 15-22; 1 Cor. 5: 1-13).  

    “Sed benignos unos con otros…perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32; Mateo 18: 20-22). “Hermanos,  si alguno fuere sorprendido en alguna falta,  vosotros que sois espirituales,  restauradle con espíritu de mansedumbre,  considerándote a ti mismo,  no sea que tú también seas tentado” (Gálatas 6:1).  Si los creyentes no estamos dispuestos a perdonar a los que nos ofenden,  ¿Cómo podemos esperar tener alianza con Dios, que verdaderamente nos ha perdonado libremente nuestras ofensas? Al recibir el perdón de Dios, está claro que debemos perdonar a aquellos que ofendimos.  ¿Cómo hacerlo? En lo posible buscarlos y en humildad, dispuestos a reconocer el pecado nos reconciliamos.  Dar este paso no es  fácil, pero es Dios quien nos ayuda para volver a tener paz con los que nos rodean.  “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombre” (Romanos 12: 16-21).

     “Padre, perdónalos,  porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Jesús hizo esta petición por todos ¿por qué no clama perdón?  Asegure hoy su salvación; su petición Dios la escucha si verdaderamente se arrepintió de sus pecados, clamó perdón, aceptando a Cristo como su Salvador.  El mensaje esencial del Evangelio es que Jesús pagó la deuda de nuestras ofensas, tomó él nuestros pecados para que no vayamos al infierno.




MORIR A LO TERRENAL.

    “Porque la paga del pecado es muerte” Rom. 6:23.
  La palabra muerte no solo significa dejar de vivir físicamente, sino dejar de participar de la obras que el mundo ofrece: “porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto,  sino terrenal,  animal,  diabólica” Santiago 3:15; Efesios 5:11.Jesús declaró en relación a lo anterior “que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere,  queda solo;  pero si muere,  lleva mucho fruto”.

    Jesucristo llevó el ejemplo, como hombre perfecto, vivió para agradar a su Padre; pero en su muerte llevó nuestros pecados Hebreos 5:9; así que, al resucitar dio mucho fruto y son todos los creyentes del mundo entero, los que clamamos perdón y lo hemos aceptamos como Salvador. La muerte espiritual es aquella que nos separa de Dios,  esta es la razón por la que Jesús vino a la tierra, “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” Lucas 19:10. El consejo de Dios es: “Haced morir,  pues,  lo terrenal en vosotros: fornicación,  impureza,  pasiones desordenadas,  malos deseos y avaricia,  que es idolatría” Colosenses 3:5. Estando “muertos en vuestros delitos y pecados” Efesios 2:1 con Cristo a más del perdón, él da vida eterna.

   La humanidad continúa en su esfera infernal como si Jesús no existiese, como si su resurrección, su señorío y su próxima  venida fuesen pura imaginación.  El hombre no ha muerto al mundo, sigue unido a él en sus pecados Santiago 4:4;   “…son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición,  cuyo dios es el vientre,  y cuya gloria es su vergüenza;  que sólo piensan en lo terrenal” Filipenses 3:18,19.

   Un día toda rodilla se doblará, los que no creyeron en Jesús serán resucitados para el juicio, estarán ante Su gran tribunal Apoc.  20:1-11.  Allí en aquel lugar, las almas lamentarán eternamente el haber despreciado la gracia de Dios, su amor… esa misma gracia que  hoy se la ofrece a usted en vida.  Acepte a Cristo,  muera a lo terrenal, al pecado y Dios se glorificará en usted.



¡ISAÍAS 53 FUE ESCRITO PARA MÍ!

    Querido lector, si le propusiesen la lectura del hermoso capitulo 53 de Isaías, como si estuviese escrito para usted, ¿estaría de acuerdo en leerlo en voz alta?, pues es la voz de Dios invitándole a que lo oiga: Ciertamente llevó él MIS enfermedades, y sufrió MIS dolores; y YO le tuve por azotado, por herido de Dios y abatido.  Más él herido fue por MIS rebeliones, molido por MIS pecados; el castigo de MI paz fue sobre él, y por su llaga FUI curado.  ME descarrié como una oveja, me aparté por MI camino; mas el Señor cargó en él MI pecado.

   A menudo oímos decir: Tengo la conciencia limpia, o mi conciencia no me reprocha nada, no le hago mal a nadie.  ¿Qué es la conciencia? Es el conocimiento intuitivo del bien y del mal presente en el hombre.  Es una facultad que Dios dio al hombre, como la inteligencia, la memoria o la reflexión.  Cada individuo tiene una conciencia; cuando hace algo malo se siente más o menos avergonzado, y cuando hace algo bueno se siente contento.  El problema es que vivimos en una época en la que lo que hace unos años era considerado como malo, ahora se acepta de forma aplaudida, por ejemplo la convivencia de parejas que viven en fornicación o adulterio.  Las costumbres cambian y hemos llegado a llamar al mal bien.  De tanto vivir en un mundo que se burla de los valores morales, corremos el riesgo de dejar de reaccionar, y como consecuencia, nuestra conciencia se oscurece y se vuelve menos sensible. ¡No nos dejemos engañar! Dios no cambia, y su apreciación del mal tampoco.  Todo cuanto se opone a su voluntad revelada en la Biblia está mal, nos guste o no.  Por lo tanto tengamos cuidado; no nos confiemos únicamente de nuestra conciencia; analicemos nuestras acciones y pensamientos a la luz divina.

  Dios no puede aceptar el mal, pero también es amor.  Aborrece el pecado al mismo tiempo que ama y quiere salvar al pecador.  Por ello desea que cada uno tome conciencia de la necesidad de arrepentirse para ser salvo. ¿Por qué no acepta la realidad de su enfermedad y se acoge a aquella sanidad que nos da Jesús cuando muere en la cruz por usted?  Lea de nuevo el mensaje de Isaías 53 en su Biblia, porqué fue escrito para usted.  Dios lo bendecirá si hace una decisión de arrepentirse, suplica perdón y recibe a Jesús como su salvador.  




CONÓCETE A TI MISMO

Esa es la traducción de la frase griega Gnothi seauton, inscripción grabada en el frontón del templo de Apolo, en Delfos, Grecia. Sócrates la había escogido como lema. Después de él, muchos filósofos intentaron analizar y comprender como funcionamos, cuáles son los motivos que nos impulsan a actuar de cierta manera, o los criterios que están detrás de nuestras elecciones. Pero sus conclusiones son tan diferentes que nos dejan confusos. A lo anterior Dios les llama conclusiones necias las cuales se oponen a Dios mismo. Tratar de saber más de lo que Dios sabe, es pecado

1 Timoteo.1:4; 4:7; 2 Tim. 4:4; Tito 1:14; 3:9; 2Pedro 1:16.

Si queremos comprender el funcionamiento de una máquina, la persona más calificada para explicarlo es el ingeniero que la ideó. Tratándose del hombre ¿lo lógico no sería buscar la respuesta en aquel que nos creó? Busquemos qué nos dice la Palabra de Dios, sobre el ser humano. En ella encontramos un diagnostico tajante: “Engañosos es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá? Yo el Señor, que escudriño la mente, que pruebo el corazón” Jeremías 17:9-10. Al leer la Biblia descubrimos: “Sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien” Romanos 7:18. Esto es conocernos a nosotros, es decir, darnos cuenta de nuestra miseria, no tenemos algo bueno “¡Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado!, porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado; he hecho lo malo delante de tus ojos, para que seas reconocido justo en tu palabra y tenido por puro en tu juicio. En maldad he sido formado y en pecado me concibió mi madre. Tú amas la verdad en lo íntimo y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría”. Salmo 51: 2-7.

¿Entonces nos desesperarnos, pensando que no hay salida? No, pues Dios nos revela en su palabra algo más: su amor que nos busca, quiere salvarnos mediante la fe en su Hijo Jesús y darnos una nueva naturaleza. Bien haría la humanidad, si dejara a un lado toda filosofía y clamara

AGUA DE LA ROCA Éxodo 17:1-7

     El pueblo de Israel no tenía agua en el desierto y estaba con sed.  Ellos se parecen a las personas del mundo de hoy que están espiritualmente sedientas, que no tienen esperanza de que su sed sea satisfecha.  Dios salvó a los israelitas dándoles agua y hoy él quiere dar el agua de la vida a todo aquel que la necesita. 

      Los israelitas obtuvieron agua de la peña.  Hoy, el agua de la vida está lista para salvar a los pecadores sedientos,  Cristo Jesús. Podemos ser salvos porque él sufrió la ira de su Padre en nuestro lugar (Isaías 53:5).  Dios dijo a Moisés que golpeara la peña para que el agua saliera para satisfacer la sed del pueblo.  Este es un cuadro de Cristo en la cruz, cuando Dios lo juzgó por nuestros pecados.  A causa de su muerte, podemos recibir la vida gratuitamente (Apocalipsis 22:17).

    La peña es una figura de Cristo, nuestra roca, cuando fue golpeada por primera vez (1ª Corintios 10:4).   Por sus heridas, aquellos que creen reciben el perdón de sus pecados para siempre (1 Pedro 2:24). Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos. Con una sola inmolación ha hecho perfecto para siempre a los santificados.  Así que, ya no hay necesidad de otro sacrificio (Hebreos 9: 26, 28; 10:12, 14,10).

    El agua salió de la roca en el desierto porque Dios quiso que fuera golpeada y también fue la voluntad de Dios que Cristo muriera en la cruz.  El agua de la vida es el resultado de la muerte de Cristo.  El agua de la roca también es una figura del Espíritu Santo, que es dado a todos los que creen en Cristo (Efesios 1:13; Juan 7:37-39).  El Señor Jesús dijo que aquellos que tuvieran sed, que vinieran a él y bebieran.  Si creen en él, ríos de agua viva brotarían de ellos, esto es cuando clamamos perdón y aceptamos a Jesús como nuestro Salvador.

     El Señor soportó la ira de Dios en la cruz para que nosotros recibiéramos el agua de vida como un regalo.  El nos salvó del infierno y del lago de fuego.  Jesús dijo: “Tengo Sed”, sed de salvar al mundo (Juan 19:28). Pero ahora, nosotros los creyentes ya no tenemos sed de este mundo.  Lector no tome mas agua de este pozo mundano, ella no calma la sed y es perjudicial, lo lleva a la muerte, a la separación definitiva con Dios.  Jesús es la roca de salvación, tomemos de esa verdad.

NO HURTARÁS 8º mandamiento Éxodo 20:15

     ¡Ladrón, ladrón!… ¡Ya no estamos en la época en que se viajaba en carrozas, asaltadas en los bosques por bandidos que tomaban el bolso de los viajeros! La forma de viajar cambió, ¡y la de robar también!  El robo presenta múltiples facetas: apropiarse del bien ajeno por la fuerza, es decir, a mano armada, empleando la técnica del carterista, chantajeando…

     El fraude también es un tipo de robo: tomar del otro más de lo que nos debe o no darle lo que se le debe.  Vivimos en un mundo donde continuamente debemos estar alerta contra el robo, ya sea empleando cámaras de vigilancia o sistemas de alarma… En una sociedad que tiene cada vez más dificultades para distinguir entre el bien y el mal, a veces robar se vuelve un juego y al mismo tiempo un método para adquirir dinero sin trabajar.  Pero a pesar de la evolución de la técnica de robo, hay una cosa que no cambia, a saber, el mandamiento dado por Dios en su ley: “No hurtarás”. En Jesús podemos tener la plenitud de “que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir,  sino que dará también juntamente con la tentación la salida,  para que podáis soportar” 1Cor. 10:13. y nos librará de no caer, no solo de este pecado sino de muchos más.

    Jesús en su muerte nos suplanta por nuestras culpas, pues él las pagó “… ¿Y he de pagar lo que no robé?” Salmo 69:4. Arrepentirnos y aceptar el perdón es urgente; porque no hay nada que se esconda de Dios, pues él está al tanto de todas las obras de los habitantes de la tierra Salmo 33:13-15, y un día pagará a cada uno según sus obras Romanos 2:6.  En un mundo que sufre todo tipo de violencia el señor nos dice: “el que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” Efesios 4:28. Así, sucederá con las manos que antes estaban listas para robar se colocarán a trabajar, incluso para ayudar a los necesitados. ¡Qué cambio tan hermoso! Pruébelo. Tome a Cristo como su Salvador.



YO SOY LA LUZ DEL MUNDO


    Dijo Jesús: “El que me sigue,  no andará en tinieblas,  sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). 

    Los discípulos de Jesús deben seguirle y andar en Su luz (1ª Juan 1:7).  Ahora en su ausencia corporal de Jesucristo, los creyentes somos luces, para hacer brillar aquella luz  (Juan 9:5; Hechos 13:47).  La luz revela claramente todo (Efesios 5:8-14).  Los creyentes son hijos de luz.  Debemos ser testigos activos para nuestro Señor al mundo entero.

     Dos cuadros se dan en Mateo 5:14: “Vosotros sois la luz del mundo;  una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder”. Esto sugiere nuestro testimonio como ciudadanos de la ciudad y reino celestial (Efesios 1:3).  Somos resucitados juntamente con Cristo (Efesios 2:6).  Esto es lo que el “monte” puede presentar, un lugar muy alto del cristiano.  Porque estamos “en Cristo” y El está “en nosotros”, la ciudad de Dios no se puede esconder.  Como luces debemos mostrar Sus alabanzas (Hebreos 13:15;
1ª Pedro 2:9). Una lámpara habla de nuestro testimonio personal, su  propósito es de dar luz a todos los que están en casa.  Dondequiera que vivamos testifiquemos, debemos permitir que brille la luz de Cristo a través de nosotros.  Pero hay una advertencia aquí también.  No debemos esconder nuestra luz debajo de un almud o canasta; esto sugiere que no debemos permitir que las cosas del mundo, negocios, placer etc. apaguen nuestro testimonio para el Señor. En Marcos 4:21 añade una cama que habla de una vida de pereza, sin predicar el Evangelio.  Esto tampoco debe estorbar nuestro testimonio para Cristo (1ª Tes. 5:5-8).

    ¿Cómo hacemos brillar nuestra luz? Agradando al Señor con nuestras vidas,  ¿Dónde está su lámpara, está su luz en su lugar, Brilla con fulgor? Consideremos cómo Juan el Bautista era una antorcha que ardía y alumbraba para su Señor (Juan 5:35). Entonces los hombres reconocerán que pertenecemos a nuestro Padre celestial y le alabarán cuando obedezcamos Sus mandamientos.

   Jesús la luz del mundo, dejó de brillar en  la cruz del calvario, porque allí toma nuestros pecados (Gálatas 3:13). ¿Cómo no estar agradecido para  pedir perdón y tomarlo como Salvador? Él da luz  eterna a todos los que creen en él.


“NO COMETERÁS ADULTERIO” 7º Mto Éxodo 20:14

      Los esposos se deben mutua fidelidad…. Este compromiso, ¿es respetado por la pareja? ¿Saben que la fidelidad es un mandamiento de Dios? Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre” (Prov. 5:18-20).

     Todo registro matrimonial es ley de Dios (Romanos 13:1) y su consejo: “Porque el mandamiento es lámpara,  y la enseñanza es luz,  y camino de vida las reprensiones que te instruyen, para que te guarden de la mala mujer, de la blandura de la lengua de la mujer extraña. No codicies su hermosura en tu corazón,  ni ella te prenda con sus ojos; porque a causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan; y la mujer caza la preciosa alma del varón. ¿Tomará el hombre fuego en su seno  sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus pies se quemen? así es el que se llega a la mujer de su prójimo; no quedará impune ninguno que la tocare” Prov. 6:23-29. Únicamente la muerte de uno de los dos los separa, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre Rom 7:2,3;  Mt. 19:6. Las relaciones sexuales fuera del matrimonio son lo más normal en la vida real, las películas, las novelas, las canciones... Ya no se habla de adulterio, sino de aventura, algo normal… La búsqueda del placer personal, egoísta, borra la dimensión moral, el sentido bíblico de la sexualidad.  “El Señor ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto “(Malaquías 2:14). ¿Usted está libre de esta acusación del Señor?

   La infidelidad en la pareja acarrea sufrimientos, y a menudo, la ruptura de una familia. La sociedad actual es prueba de ello, Jesucristo la juzgará.  Morir sin pedir perdón, sin aceptar que Cristo murió en la cruz para el perdón de  estos pecados y los muchos más, es exponerse al infierno.  Es preciso tomar a Jesús como Salvador; hacer una oración personal con un corazón arrepentido, clamando con fe por la salvación. En adelante vivir para Dios y para su cónyuge con toda honestidad, es corregir una vida desordenada y sucia (Mateo 5:28; Hebreos 13:4).  


LA TORRE DE BABEL

“Por esto fue llamado el nombre de ella Babel,  porque allí confundió Dios el lenguaje de toda la tierra,  y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra” (Génesis 11:9).

    Muchas generaciones después de Noé, cuando toda la tierra tenía el mismo idioma dijeron: “Vamos,  edifiquemos una ciudad y una torre,  cuya cúspide llegue al cielo;  y hagámonos un nombre,  por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (Génesis 11:4). 

   Durante este tiempo no se observa los sacrificios de animales para llegar a Dios, lo buscaron por sus propios medios, dependieron de un nombre humano (Génesis 11:4). Decisión  contraria a la orden de Dios de depender de Él. El Señor vio la ciudad y la torre que estas personas estaban construyendo “Y dijo Dios: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra,  y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer” (Gén 11:6). 

    Hoy existe la misma confusión, cada persona cree en Dios a su manera, la idolatría es grande (Rom 1:25). El hombre no se conduce por el medio que Dios propuso para la salvación y adoración, la voz de su Hijo (Juan 14:6). Al rechazar a Jesús  cada día existe más confusión. Del sacrificio de Jesús para el perdón de nuestros pecados, nadie quiere saber;   cada cual se aparta por su propio camino, el ser humano se ha entregado al pecado, la predicación del evangelio no importa, no quiere saber nada.

   La Biblia nos da un solo mensaje: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:30-31). “El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo,  conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre” (Gálatas 1:4). Su palabra unifica y quita todos los conceptos equivocados.  Un arrepentimiento serio, clamar misericordia para el perdón de los pecados y aceptar a Cristo como salvador, es el lenguaje sencillo de fe, para no estar confundidos cuando el Señor descienda por su iglesia (1Ts. 4:16,17).  

   El mundo lamentará haber rechazado a Jesús y nadie en aquel día escapara de su juicio.



“EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA DÁNOSLO HOY” Mateo 6:11

     “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces” Santiago 1:17.

    Cuando empezamos a ganar nuestro sustento, estimamos que lo merecemos debido a nuestros propios esfuerzos, a nuestro trabajo.  Pensamos haberlo merecido, pero no olvidemos que el alimento es un don de Dios.  No sólo es él quien da la salud y las fuerzas para trabajar y alimentarse, sino que también dan a la tierra su fertilidad.  El hombre puede sembrar y regar, pero es Dios quien da el crecimiento Mateo 5:45.
  Pidamos, pues, a Dios que satisfaga cada día las necesidades de nuestros cuerpos Mateo 6:11, y no dejemos de darle las gracias por todo lo que él nos da.  Es un Padre bondadoso, fiel a sus promesas.  ¿Para qué preocuparnos? Un niño no se preocupa por sus alimentos, pues sabe que sus padres le darán lo que necesita.  Contemos con Dios con la misma confianza.  Por más difíciles que sean las condiciones de nuestra existencia, un día podremos decir como David: “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado” Salmo 37:25.  Entonces alabaremos a Dios por su fidelidad, pues veremos cómo se hizo cargo de nosotros supliendo a todas nuestras necesidades físicas y espirituales.

   El alimento físico es necesario, pues Dios lo está testificando; Pero Jesús habló de una mejor provisión. Él dijo: “Yo soy el pan de vida” Juan 6:48, ¿De cuál pan y vida está hablando? De él y de la eternidad en el cielo ¿Y cómo se come y llega a allá? Creyéndole Juan 6: 35; 51.   En adelante  todo lo material que él da es añadidura Juan 6:33. Jesús es el verdadero pan que debemos comer, Debemos buscar primero el reino de los cielos.  Otra afirmación real “No sólo de pan vivirá el hombre,  sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” Mateo 4:4.

   Todo aquel que se arrepiente, clama perdón y toma a Jesús como su Salvador, el Espíritu santo viene  a él… ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?  Lucas 11:11-13; Efesios 1:13. Y estar para siempre en el cielo en aquella gran cena ofrecida por Jesús “Oyendo esto uno de los que estaban con él a la mesa, le dijo: bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios…” Lucas 14:15-24.   




¡CRUCIFÍCALE, CRUCIFÍCALE!

     “Pilato les dijo: Tomadle vosotros,  y crucificadle;  porque yo no hallo delito en él” Juan 19:6.

     Esta realidad hoy muestra a cada oyente y señala el horror del crimen cometido contra Jesucristo, el único hombre justo y santo Hechos 3:14.  Él, quien a cada paso manifestaba el amor de Dios, fue crucificado por los hombres.

    ¿Qué habríamos hecho si hubiésemos vivido en ese momento? Quizá pensemos que hubiésemos estado a favor de Cristo, pero la Palabra nos muestra que incluso sus discípulos huyeron Marcos 14:50.  Pedro, quien había asegurado estar  dispuesto a ir con Jesús hasta la muerte, lo negó  Lucas 22:33.  Todas las clases sociales de entonces fueron responsables: Judas, por codicia, lo entregó a los sacerdotes Mateo 26:14-16; y éstos, por envidia, lo entregaron a Pilato Mateo 27:18; la multitud gritó: “¡Sea crucificado!”.  Pilato,  lo entregó a los soldados romanos para que fuese crucificado.   
   
   Dejemos que esta escena toque nuestro corazón para que reconozcamos nuestros pecado.  Seamos conscientes de que aparte de los sufrimientos ocasionados por los hombres, Cristo soportó el peso de la ira de Dios su Padre contra nuestros pecados, y aceptemos su inmenso perdón. Hoy ¿Porqué el hombre no rechaza esa injusticia y se le reclama a la gente también culpable por oponerse a Jesús a que se arrepientan? pues los unos y los otros que no han creído en él lo están crucificando “Jesús Nazareno,  varón aprobado por Dios... entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios,  prendisteis y matasteis por manos de inicuos,  crucificándole” Hechos 2: 22-23. 
 
   Por nuestra indiferencia clamemos perdón aceptándolo como Salvador, así tomamos su sacrificio para unirnos a Jesús y a las voces de los que miraron su crucifixión: “El centurión,  y los que estaban con él guardando a Jesús,  visto el terremoto,  y las cosas que habían sido hechas,  temieron en gran manera,  y dijeron: verdaderamente éste era Hijo de Dios” Mateo 27:54.