viernes, 3 de diciembre de 2010

¿TU ESCAPARÁS DEL JUICIO DE DIOS? Romanos 2: 1-3

Todo hombre cuando comete un delito, debe ser juzgado. Aún siendo culpable paga los servicios de un abogado para obtener su libertad. Así los dos se convierten en cómplices de una misma maldad; y es más, utilizan toda clase de argumentos para engañar a la justicia y así salir según ellos victoriosos, y con un caso ganado.
El hombre se ha olvidado que existe Dios, que está mirando todo lo que pasa en el mundo, y que juzgará a todo hombre sin excepción; tanto por el pecado de la mentira, como por el pecado más grave. Él no puede ser engañado. Todos tenemos un expediente y merecemos un juicio; porque todos somos pecadores. (Prov. 15:3; Salmo 9:8; 3:23).

Pero para nuestra salvación, Jesucristo en la cruz tomó nuestros pecados y por esta causa su Padre juzgó a su mismo Hijo por nosotros. Jesús tuvo que morir para calmar la ira que Dios tiene contra el hombre que hace injusticia. Luego le resucitó y subió al cielo para ser el Salvador del mundo (Gálatas 3:13; 2ª Corintios 5:21; Romanos 1: 18; 1ª de Pedro1: 21).

Querido lector tome en cuenta que por un solo pecado por insignificante que le parezca, usted será juzgado sin contemplación (Salmo 7:11; Santiago 2:10). Sin embargo existe una solución, esta debe hacerse en vida y lo más pronto posible: arrepiéntase de sus pecados y acepte a Cristo como su Salvador.
No espere más, pida perdón, conviértase al Señor; así su expediente queda anulado en la cruz del Calvario para que mañana Él no sea su juez. En su segunda venida no vendrá como salvador, juzgará a vivos y muertos, donde no hay escapatoria del infierno eterno (Colosenses 2: 13,14; Hebreos 9:27).

El juez humano se dejará sobornar, pero Jesucristo en el Gran Trono Blanco no. El hombre sin Cristo será sentenciado. Los impíos serán como “Estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas” (Judas 13).