jueves, 9 de julio de 2009

DESTITUIDOS DE DIOS

Como el pecado entró en el mundo por un hombre, (Adán) y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”, “están destituidos de la gloria de Dios “(Romanos 5:12¸3:23)

Usted no puede salvar su alma por estar bautizado, tener la primera comunión, la confirmación desde que era niño; por caminar a los santuarios con rogativas o penitencias. Dios no lo protegerá por llevar un crucifijo, escapulario, alguna estampa de algún mal llamado santo, un talismán o depender de sus buenas obras de caridad para su salvación (Rom. 3:20-24; Gálatas 2:16; Efesios 2:8-10;).

Esto es una realidad querido lector; crea que si usted hoy muere confiando en esto, el infierno eterno le espera (1ª Tim. 1:3,4). Solo en la muerte de Jesús hay vida eterna. Por lo tanto es urgente que ponga atención al siguiente mensaje para su salvación. Por favor… Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).

Un camino de muerte: “Y él cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera… y allí le crucificaron” (Juan 19:17-18).

La verdad: “Al que no conoció pecado por nosotros lo hizo pecado para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2ª Corintios 5:21).

La vida:”Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

Ir al Padre: Jesús resucito y subió al Padre, viene por segunda vez, sólo llevará a aquellos que por fe creyeron en esta verdad (Juan 14: 13).

Reconozcamos que somos pecadores arrepentidos, aceptemos a Cristo como Salvador, y seremos admitidos para siempre en el cielo, los demás que no aceptan a Cristo, estarán destituidos por la eternidad (Juan 3:36).
“No hay Justo uno, ni aun uno”; “Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación; “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Romanos. 3:23; Apoc.2:21; Juan 1:12). Entregue este mensaje a otro amigo, No destruya este folleto.

UN HOMBRE DEMASIADO CONFIADO

Harry Truman, quien trabajaba como cuidador de un centro recreacional, cerca del monte Santa Helena, en el Estado de Washington, había sido advertido en varias ocasiones acerca de una inminente erupción de la montaña. Los informativos de radio y televisión y la misma policía insistieron en que todos debían salir de la zona. Sin embargo Harry se negó, porque él había trabajado en ese lugar durante muchos años y nunca había pasado algo. Amigos y vecinos le pidieron que dejara el lugar, pero fue en vano.


Fue entonces cuando una mañana de mayo de 1980, la cumbre de la montaña estalló; cenizas, lava, rocas, fueron a dar a cientos de Kilómetros por el aire, selvas y lagos fueron sepultados en una vasta extensión y fue así como este cuidador quedó enterrado en algún lugar bajo toneladas de escombros. De igual manera, cientos de personas en todo el mundo parten rumbo a la eternidad por diferentes catástrofes. Qué triste pensar que usted puede ser el próximo en partir por medio de un pequeño tropezón ¿Dónde se encontrará después? Lector, cuando termine de leer este escrito, considere que su tiempo de vida es limitado. Antes de que le suceda algo, usted necesita conocer al Señor y Salvador Jesucristo, “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24), “…y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las escrituras” (1 Cor. 15:4).

En este preciso momento debe arrepentirse de todos sus pecados, confesarlos ante Dios y recibir a Jesús como el Salvador y Señor de su vida, con la plena seguridad que será salvo, preparado para ir al cielo.

Mañana podría ser muy tarde para esta decisión, y quizás usted como el hombre de la historia sin haber aceptado de corazón a Jesús como su salvador, entonces se encontrarán con Harry y muchos más en el infierno eterno; por no estar en paz con Dios antes de morir y por vivir muy tranquilos pensando en que nunca les pasaría algo malo.


EL TERRIBLE INFIERNO

“Os enseñaré a quien debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; si os digo, a éste temed” (Lucas 12:5)

En la tranquilidad de un parque, una pareja de edad avanzada gozaba de la magnifica vista que ofrecía el paisaje. Me puse a hablar con ellos. La naturaleza nos llevó a hablar del Creador y de la eternidad. De repente, la anciana me dijo: -¿Cree usted que existe el infierno? –Si, lo creo, contesté. Jesucristo hizo una terrible descripción de la condición de los perdidos que van a ese lugar. El infierno es el lugar donde Dios no está; significa, pues, estar eternamente separado de Dios. En realidad fue destinado para el diablo y sus ángeles, pero llegará a ser el paradero de los que mueren sin haberse reconciliado con Dios y sin el perdón de sus pecados (Mateo 8:12; 22:13; 25:30).
El infierno es el lugar de la auto acusación, de la desesperación y del eterno remordimiento. Es una seria verdad.

Durante mi explicación, ambos escucharon en silencio. El temor se leía en sus rostros. Entonces agregué: -Pero Dios no quiere que el ser humano vaya al infierno. Lo destinó al cielo, para que esté eternamente feliz cerca de él. Por eso envió a su Hijo a la tierra, por eso Jesucristo murió en la cruz. A quien confía en él con fe y reconoce la culpa por sus pecados, Dios lo perdona, lo absuelve del juicio, y su porvenir es el mismo cielo, porque Dios es amor.
Entonces la mujer exclamó visiblemente aliviada: -¡ Hoy es un día muy especial para mí !
Deseamos que nuestros lectores también puedan decir lo mismo y vivir hoy un día de gracia. Al arrepentirse de su pecados y aceptar a Cristo como su Salvador la reconciliación con Dios es inmediata.

EL NOMBRE DE JESÚS

Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el Nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra (Filipenses 2:9-10).

El Señor Jesús se humilló a sí mismo y descendió de la gloria del cielo para morir en la cruz. Por eso Dios le exaltó y le dio un nombre que es sobre todo nombre. En la Biblia el nombre de Jesus tiene la preeminencia absoluta sobre todo. El nombre de Jesús expresa toda la grandeza de su persona. Jesús significa Salvador, y como tal este nombre se halla por encima de cualquier otro nombre. Podemos decir que el Señor Jesús bajó de la gloria y tuvo que ir a la detestable cruz para darle todo el sentido a ese nombre.
Encima de la cruz estaba escrito: “Este es Jesús”. La gente le gritaba, mofándose: “Sálvate a ti mismo…desciende de la cruz” (Mateo 27:40). Pero por su infinito amor lo soportó todo. Era necesario que padeciese y muriese para ser el Salvador. "llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:21).

¡Alabado sea su nombre! Su entrega, su consagración lo llevó a ser obediente hasta la muerte de cruz. Como consecuencia, llegará el momento en que toda rodilla se doblará ante él y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor en los cielos y en la tierra, para gloria de Dios Padre. El que tanto se humilló, ahora puede decir: “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin… el que es y que era y que ha de venir” (Apocalipsis 1:8)Lector, Muchos irán al infierno, pocos al cielo. Estos últimos son los que se arrepintieron de sus pecados y proclamaron el nombre de Jesús como su Salvador.

COLGADO EN UN MADERO

“Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado…” (Juan 3:14-16).
El pueblo de Israel atravesaba el largo y difícil desierto de Sinaí hacia la tierra prometida y Dios lo estaba conduciendo por medio de Moisés.
Sin embargo, ¡muchas quejas hubo en el camino por falta de alimento, de agua y cansancio; el pueblo pecó! Para reprenderlos, Dios envío en medio de ellos serpientes venenosas; muchos fueron mordidos y murieron. Luego pidieron perdón, entonces Dios, en su gracia, dio un sorprendente remedio: ordenó a Moisés hacer una serpiente de bronce y levantarla sobre un asta. “Y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá” (Números 21:4-9). Para ser curado, era necesario creer la palabra de Moisés y mirar la serpiente de bronce.

En el Nuevo Testamento vemos que Jesús murió por nosotros en la cruz; él es el remedio dado por Dios, el único eficaz y al alcance de todo pecador. Una mirada de fe hacia Él pidiendo perdón concede la vida eterna. Dios es santo: ningún mal puede permanecer en su presencia. También es amor: no abandonó al hombre a su desesperada suerte, sino que le dio un remedio, o mejor dicho, un Salvador, alguien que borra los pecados. Jesús es santo, puro y perfecto. Por eso pudo cargar con las faltas y recibir el castigo que merecían los pecados de todos los que lo aceptan como su salvador. Dios hizo lo necesario; a mí me corresponde creer y mostrar la realidad de esa fe en mi vida.

Todos estamos mordidos por el pecado, lo único que puede sanarnos es Jesucristo; quien fue levantado en una cruz. Al arrepentirnos y aceptarlo como nuestro salvador tomamos el remedio para no morir eternamente. ¿Que esperamos para tomar esta salvación? Hagámoslo por fe.